La cosmeticorexia, es decir, la adicción a la compra de cosméticos y activos antiedad, es una realidad muy peligrosa entre los más jóvenes. Cada vez son más los preadolescentes se interesan por productos que no están recomendados para su tipo de piel, pero como lo ven en redes sociales, quieren imitar a ese prescriptor que para ellos es un referente.
Según un estudio de Fundación Mapfre y UNIR, alrededor del 50% de jóvenes entre 11 y 17 años afirma que tener un buen físico les ayuda a ser más aceptados, y que un 33,1% de la publicidad que reciben está relacionada con la belleza y la cosmética, mientras que un 13,5% es sobre tratamientos estéticos.
Los adolescentes siguen rutinas de cuidado de la piel que no son necesarias
La doctora Rita Sêco reflexiona sobre el fenómeno conocido como Sephora Kids, una obsesión por la estética que está marcada por la influencia de las redes sociales y por la búsqueda, demasiado temprana, de la perfección física. Este concepto alude a aquellos niños y preadolescentes que consumen cosmética que está pensada para adultos.
“Vivimos en una era de exposición constante en la que la imagen se ha convertido en una forma de comunicación. Las redes sociales han creado un ambiente de comparación permanente y una búsqueda incesante de la validación estética por parte de los seguidores o de la sociedad. En el caso de los más jóvenes e incluso de los niños, la imitación de figuras adultas se hace evidente. La facilidad de acceso a la información (y a menudo a la desinformación) y la falta de conocimientos cosméticos han contribuido a una relación precoz y, en mi opinión, poco saludable con el cuidado de la piel”, indica la experta en medicina estética.
Como señala la fundadora de Galerie Clinic, usar productos formulados con activos potentes o exfoliantes puede conllevar peligros para la salud. “La piel infantil y adolescente (hasta los 18 años) aún se encuentra en desarrollo. Su barrera cutánea es más permeable, el pH es diferente y el microbioma aún se encuentra en fase de maduración. Por lo que el uso de ingredientes más agresivos, como ácidos, retinoides o fragancias, puede debilitar esta barrera, causar irritaciones y aumentar el riesgo de sensibilización para el resto de la vida, ya que, a largo plazo, la piel se vuelve más frágil y reactiva”, explica la doctora, que asegura que a estas edades solo se deben usar “limpiadores suaves, hidratantes sencillos o protectores solares”.
La doctora asegura que en los últimos meses ha notado un interés cada vez más creciente en su consulta para realizarse tratamientos estéticos. “En edades tempranas, intervenir sin necesidad puede alterar el desarrollo natural de la piel y los tejidos”, argumenta la especialista, que indica que procedimientos como bioestimuladores o rellenos de ácido hialurónico pueden tener consecuencias negativas si se realizan a jóvenes.
“La piel joven, en la gran mayoría de los casos, no necesita ser estimulada, sino protegida y equilibrada. Cada tratamiento debe tener una indicación médica y un propósito definido (…) El mayor riesgo es psicológico: interferir en la construcción de la autoimagen puede crear una relación distorsionada con el cuerpo y generar una búsqueda constante de mejoras”, dice la doctora Sêco.
Otro problema que preocupa mucho a la experta es la percepción que tienen los jóvenes de la belleza, con imágenes y vídeos que no son reales porque en redes sociales se utilizan muchos filtros y estos provocan esa búsqueda por una perfección inexistente. “El papel del médico aquí es fundamental, es él quien debe decir ‘no’ y no seguir adelante con el tratamiento cuando ve que no hay ninguna indicación para hacerlo y que su intervención es demasiado prematura”, manifiesta.
Para la doctora Sêco, “la verdadera prevención en edades tempranas comienza con hábitos saludables, no con procedimientos”, concienciando a los niños y adolescentes de que no necesitan cosméticos pensados para usar en la edad adulta y con una rutina muy básica que mantenga su piel hidratada y protegida.


