Marta Garay, experta en medicina estética: “Las pacientes de 50 o 60 años escuchan, entienden y agradecen el consejo médico; las jóvenes, no”

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La médica alerta del uso de neuromoduladores en chicas de 20 años por la influencia de filtros en redes sociales que generan una imagen que no es real

Marta Garay es médica especialista en medicina estética facial y corporal del Grupo Pedro Jaén

Marta Garay es médica especialista en medicina estética facial y corporal del Grupo Pedro Jaén

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La medicina estética atrae cada vez más a las chicas que apenas superan los 20 años. La presión estética de las redes sociales provoca que sean muchas las jóvenes las que acuden a un especialista para retocar aquellas partes de su cara o cuerpo con las que no se sienten cómodas, como labios, pechos o nariz.

“Hace 40 años uno se hacía fotos solo en ocasiones puntuales, como cumpleaños, comuniones... Hoy en día nos fotografiamos constantemente: nos vemos en publicaciones, en cámaras, en redes… Esa exposición continua alimenta una obsesión con la imagen que, especialmente entre las más jóvenes, no resulta saludable. Además, muchas marcas cosméticas contribuyen a crear una imagen irreal con campañas protagonizadas por chicas de 18 años con pieles perfectas que, en realidad, no existen. Se usan filtros y retoques que generan expectativas imposibles”, asegura la doctora Marta Garay, médica especialista en medicina estética facial y corporal del Grupo Pedro Jaén.

Hay filtros para todos los gustos, pero casi todos tienen algo en común: alteran la realidad y perfeccionan nuestro rostro

Los filtros en redes distorsionan la realidad de los jóvenes

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La experta tiene claro cuál debe ser la postura del profesional cuando una persona muy joven quiere hacerse un tratamiento estético. “Nuestra responsabilidad, como médicos, es insistir en que la mayoría de lo que se ve no es real (…) Nuestro lema es claro: si no puedes mejorar lo que hay, es mejor no tocar, si no hay necesidad de intervenir, no hagas nada”, indica.

En los últimos años se ha disparado el uso de neuromoduladores para suavizar arrugas entre los más jóvenes, un incremento que está relacionado con el exceso de filtros en redes. Para la doctora Garay, el uso de estos efectos, tanto por parte de usuarios como de marcas, pueden aumentar los labios o suavizar la nariz debería contar con una regulación.

Nuestra responsabilidad, como médicos, es insistir en que la mayoría de lo que se ve en redes no es real”

Marta GarayExperta en medicina estética

“Si una mujer tiene envejecimiento prematuro, muéstrame en la campaña a una modelo con ese mismo problema, y no a una chica de 24 años. Si una crema promete ayudar con manchas, quiero ver resultados en una piel con manchas, no en la de una modelo perfecta. En medicina estética debería existir un mayor control: actualmente se pueden aplicar distintos productos sin regulación suficiente, y eso no puede ser”, expone la profesional, que añade que estas prácticas deberían denunciarse mucho más.

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La doctora admite que se ha negado a inyectar neuromoduladores en pacientes muy jóvenes, especialmente cuando observa “claramente” que no hay necesidad. “Distingo entre arrugas estáticas y dinámicas. Si una chica de 22 años presenta una arruga muy marcada, puede haber motivo para actuar; pero si busco que el tratamiento satisfaga una carencia emocional, jamás lo hago. Si me cuenta que está pasando una mala época o una depresión y cree que pincharse la hará sentirse mejor, entonces hay que tener mucho cuidado”, señala.

Muchas de estas chicas veinteañeras están influenciadas no solo por redes, también por amigas que ya se han sometido a tratamientos estéticos. Pero aunque el doctor le indique que el procedimiento deseado no es lo más correcto, ellas insisten en hacérselo. “Son pacientes que, a diferencia de las mayores, escuchan poco, incluso estando frente a un profesional que ha estudiado durante años. Hablan de lo que ven en las redes sociales. Las pacientes de 50 o 60 años escuchan, entienden y agradecen el consejo médico. Las jóvenes, tras media hora de explicaciones, suelen terminar preguntando: ‘¿Pero me lo vas a poner?’”, explica la doctora.

Desde un punto de vista médico la edad mínima para inyectarse neuromoduladores o bioestimuladores de colágeno es a partir de los 30 años, aunque pueden haber excepciones. “Cada rostro es distinto”, remarca la experta en medicina estética, que afirma que se pueden tratar casos como cicatrices de acné severas, problemas cutáneos derivados de enfermedades o arrugas generadas por miopía.

La doctora alerta también que pueden haber riesgos al empezar tan pronto con la medicina estética. “El mayor riesgo es perder el sentido de la realidad. Por eso siempre fotografío a mis pacientes en la primera consulta. Al mes, muchas creen que el efecto se ha ido, pero al comparar las fotos ven la diferencia real. Es cuestión de percepción”, concluye.

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