Lucía Altozano, farmacéutica, sobre el azúcar y el alcohol en Navidad: “El daño en la piel puede ser irreversible”
Belleza
La experta en dermofarmacia asegura que la agenda navideña pasa factura a la salud cutánea e incluso puede incrementar las arrugas
La farmacéutica Lucía Altozano es la titular de la farmacia Skinpharmacy Jorge Juan 34
La agenda navideña está repleta de muchas comidas, cenas y fiestas con la familia, amigos y compañeros de trabajo. Unos días donde los excesos son los grandes protagonistas: se bebe mucho más alcohol, se toma más dulce de lo normal y también se descansa menos por la noche.
Unas fiestas que tienen un impacto directo sobre la piel, con muchos más brotes de acné, deshidratación severa o más arrugas. “La piel tiene una sensibilidad casi detectivesca para registrar los excesos de diciembre. Azúcar, grasas y alcohol, producen desequilibrios que son visibles en cuestión de días, por lo que es importante reforzar la rutina habitual de cuidados con los activos adecuados. La piel amanece apagada, reactiva y con tendencia a la deshidratación pero el daño va más allá de lo visible y podría ser irreversible”, expone la farmacéutica especializada en dermofarmacia, Lucía Altozano.
El consumo de alcohol y dulces en las comidas navideñas puede pasar factura a la piel
La farmacéutica titular de Skinpharmacy Jorge Juan 34 asegura que uno de los fenómenos que se produce durante estos días es la glicación, el “villano oculto” que está presente en dulces como turrones, mantecados o roscón de Reyes. Este consumo disparado de azúcar favorece que las moléculas de azúcar se adhieran al colágeno y la elastina, volviéndolas rígidas, lo que se traduce en menos elasticidad y un aspecto apagado y cansado.
Además, el azúcar incrementa la inflamación sistémica, lo que dispara la reacción de las glándulas sebáceas, y hay una mayor predisposición a padecer brotes de acné. Por eso muchas personas tienen la piel con exceso de brillo y les aparecen granitos, especialmente en la zona T, tras estos excesos de dulces.
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La especialista en dermofarmacia y nutracéuticos para la salud y longevidad celular también apunta que otro efecto de las comidas es la saturación del hígado por las comidas ricas en grasas saturadas. Esto provoca una textura irregular, los poros mucho más dilatados y una mayor retención de líquidos que se nota por el rostro más hinchado.
Otro culpable de que la piel no luzca su mejor versión en Navidad es el alcohol, cuyo efecto vasodilatador hace que aparezcan las rojeces y una mayor sensibilidad. Como apunta Altozano, un consumo elevado hace que la piel se vea mucho más apagada e incluso se marquen más las arrugas.
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Además de comidas y bebidas, estos días también se duerme menos y la hormona del estrés, el cortisol, se mantiene más alta de lo normal y puede desencadenar en una mayor sensibilidad a productos que antes no causaban reacción. Al no tener tiempo para reparar los lípidos de la barrera cutánea, se incrementa la pérdida transepidérmica de agua y aparecen signos visibles de deshidratación, donde las líneas finas se perciben más marcadas y se incrementan las arrugas.
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También la falta de sueño afecta a la microcirculación y las ojeras hacen acto de presencia. Por ello, la prioridad en enero, después de las fiestas, es restablecer la salud cutánea y adoptar hábitos saludables, con una dieta mediterránea, deporte y una rutina que contenga activos calmantes.
“No hay dos pieles iguales y, además, no nos afectan en el mismo grado y de la misma forma las situaciones adversas o circunstanciales. Enero nos pide orden, reposo y constancia para devolver el equilibrio a la piel. Para ello debemos observar los síntomas e introducir aquellos activos que ayuden a restaurarla de la manera adecuada. Observar y ponernos en manos de profesionales, es primordial para identificar las necesidades propias y no dejarnos llevar por el consejo de amigas y conocidas. Cada piel es un mundo”, concluye la experta.