Encontrar el equilibrio entre lo que se piensa y lo que se siente no es tarea fácil. A menudo, se toman decisiones que parecen acertadas en la cabeza, pero que en el fondo dejan una sensación de vacío. Otras veces, se actúa guiado por el corazón, y aunque eso llene de emoción, las consecuencias pueden pasar factura. Pero, ¿y si existiera una manera de combinar ambos mundos de forma armoniosa? Mario Alonso lo tiene claro: la educación es la respuesta.
Según su visión, la clave está en entender que la mente necesita dos cosas fundamentales: conocimiento y criterio. “La educación tiene que dar un conocimiento útil y válido, y la cabeza necesita criterio, capacidad de cribar, por aquí sí, por aquí no. Si la cabeza no hace eso, cometemos errores, malas decisiones”, explica. Esto refleja que no basta con aprender datos o acumular títulos; hay que saber utilizarlos con sentido común.
Sin embargo, Alonso no se limita a la lógica y la razón. También resalta la importancia del corazón, esa parte que se alimenta de amor propio y del cuidado hacia los demás. “Cuando hablo al corazón, hablo de quererse y hablo de querer a los demás”, señala.
La educación, bajo esta perspectiva, debería servir como puente entre estos dos mundos. Un espacio que no solo proporcione herramientas intelectuales, sino que también refuerce el valor personal de cada individuo. "Qué bonito que la educación, un espacio donde se aporta conocimiento, ayuda a los alumnos a desarrollar un criterio válido, y, por otro lado, se les muestra que valen la pena”, comenta.
Formar personas completas
El vacío emocional, incluso en los altos cargos
A lo largo de su trayectoria, ha conocido a muchas personas que, pese a tener éxito profesional o cargos importantes, no logran sentirse plenas. “A veces, de una forma discreta, te dicen: Dios, que no me quiero nada, o no me siento feliz”, reflexiona. Esta desconexión entre lo que se hace y lo que se es sirve como muestra de la urgencia por transformar la manera en que se educa.

Algunas personas exitosas no se encuentran bien consigo mismas
En definitiva, Alonso lanza un mensaje poderoso: educar no es solo cuestión de llenar cabezas con información, sino de formar seres humanos completos. Si el equilibrio entre la razón y la emoción parece una tarea complicada, su propuesta hace que, al menos, parezca alcanzable.