El tipo de alimentación de una persona es capaz de determinar en buena medida la salud de esta, sobre todo en lo referente a qué tan variada sea. En el día a día resulta clave consumir diferentes tipos de alimentos, de manera que se practique una dieta equilibrada con la que proporcionar al organismo los nutrientes, proteínas y grasas necesarias para su desarrollo y funcionamiento. Uno de esos componentes esenciales, y que a menudo queda olvidado, es el omega-3, una clase de ácido graso fundamental a la que conviene dedicar especial atención porque el cuerpo humano no es capaz de producirlo por sí mismo de manera natural. Por lo que este debe obtenerse mediante una dieta rica en grasas omega-3.
Pero, ¿por qué es tan importante? La bióloga Olalla Otero explica que este componente contribuye en diferentes funciones relacionadas con las membranas celulares, como pueden ser la actividad de las enzimas y de los receptores unidos a esta, entre otros. Por otro lado, el omega-3 está muy vinculado a la salud cardiovascular, debido a su papel esencial a la hora de regular los procesos inflamatorios, lo que supone un beneficio para la coagulación y la constricción de los vasos sanguíneos. La especialista advierte de que una dieta con carencias de omega-3 significará un mayor riesgo cardiovascular. Para evitarlo, la Universidad de Harvard recomienda añadir mariscos y pescados a la alimentación, como pueden ser el salmón, el atún o los langostinos, pero también menciona otro tipo de pescado al que no se le suele prestar tanta atención.
La Universidad de Harvard aconseja incluir en la dieta este pescado rico en omega-3
Una dieta saludable y equilibrada necesita incluir pescado, sin embargo, la mayoría de las veces suele optarse por los mismos, principalmente el atún y el salmón, según afirma la Universidad de Harvard. Por lo que la institución anima a los consumidores a aventurarse más a menudo en la pescadería local y optar por otro tipo de pescados para ampliar esa gama de posibilidades. Entre ellos destaca a las sardinas, una excelente fuente de omega-3, además de otros nutrientes esenciales para la salud, como son el calcio o la vitamina D.
El consumo regular de sardinas contribuirá de manera determinante en la obtención de omega-3, lo que significa una mejor salud del corazón. La Universidad de Harvard vincula una dieta en la que se consuman pescados como las sardinas de forma habitual con un menor riesgo de sufrir ataques cardíacos y también accidentes cerebrovasculares. Uno de los factores clave se debe a las propiedades antiinflamatorias de las sardinas, además de prevenir trombosis.
Igualmente se aconseja añadir otros pescados, como pueden ser el bacalao, la dorada, el pez espada o la trucha. Y también diversos tipos de marisco, desde cangrejos y gambas hasta pulpos y calamares o almejas y mejillones, entre otros.