En un mundo donde la constante lucha por el tiempo parece ser la norma, la profesora de la UCLA e investigadora sobre el tiempo y la felicidad, Cassie Mogilner Holmes, se enfrenta a la problemática de la “pobreza del tiempo”. Atrapada entre las responsabilidades, se pregunta si el tiempo libre contribuye a la felicidad. Su investigación, que revela una relación entre el tiempo libre y el bienestar, desafía las creencias de que tener más horas de ocio no siempre significa tener más alegría.

Feliz
El equilibrio es la clave, pero también cómo utilizamos el tiempo. “Pero, ¿cómo puede ser? ¿Cómo es posible que tener muchas horas para relajarse y pasarlas como uno quiera, esté asociado con una menor felicidad? Bueno, resulta que estamos impulsados a ser al menos un poco productivos. Las personas son reacias a estar inactivas y, por eso, cuando pasamos todas las horas del día, día tras día, sin nada, socavamos nuestro sentido de propósito y nos sentimos menos satisfechos”, explica en una entrevista de Youtube titulada “Happiness is making the most of your time: Cassie Holmes”.
El tiempo es crucial porque la forma en que pasas las horas de tu día se suma a los años de tu vida
Su investigación sobre la “pobreza del tiempo”, reveló una relación en forma de U invertida entre el tiempo libre y la felicidad. Los resultados mostraron que tanto las personas con muy poco tiempo libre (menos de 2 horas al día) como aquellas con demasiado (más de 5 horas) eran menos felices. El punto óptimo de felicidad se alcanzaba alrededor de las 2 horas de tiempo libre diario. Esto sugiere que, aunque necesitamos tiempo para relajarnos, también requerimos cierta productividad para sentir que seguimos nuestro propósito. La clave es que la solución a sentirse abrumado no es abandonarlo todo, sino encontrar un equilibrio en el uso del tiempo.
Además, descubrió que incluso en momentos de estrés, es posible encontrar tiempo de calidad como acurrucarse con su hija o cenar con su marido. Se dio cuenta de que la clave no es tener más tiempo, sino que darle valor. Para hacerlo, propone dos métodos: seguir nuestras actividades durante una semana, calificando cómo nos hacen sentir, o reflexionar sobre momentos que nos hayan puesto felices últimamente. “Tan importante como encontrar el tiempo es el compromiso que tengamos durante estos momentos”, explica.
¿Cómo es posible que tener muchas horas para relajarse y pasarlas como uno quiera, esté asociado con una menor felicidad?
También introduce el concepto de adaptación hedónica, nuestra tendencia a acostumbrarnos a las cosas buenas de la vida, lo que disminuye el impacto emocional. Por tanto, para contrarrestar ese sentimiento, ella propone contar el tiempo que nos queda. Es decir, calcular cuántas veces hemos realizado una actividad que nos haya hecho felices en el pasado y estimar cuántas podremos hacerla en el futuro. “Calculé que Lita y yo tenemos 230 citas para tomar café en el futuro. Ahora, el último paso, calcular. Del total de veces, ¿qué porcentaje te queda? A partir de esto, me di cuenta de que a Lita y a mí solo nos queda aproximadamente el 36% de nuestros días de café juntas. Eso es mucho menos de la mitad, y ella solo tiene ocho años”, explica.
“Esto puede parecer triste y te estarás preguntando: ¿por qué me hace llorar? Pero estos minutos influyen en cómo me siento el resto de la semana y, en realidad, en cómo me siento con respecto a mi vida en general”, apunta.
Happier hour
En su investigación sobre la felicidad y el manejo del tiempo, Holmes ha descubierto que la clave no está en la cantidad de horas disponibles, sino en cómo las invertimos. Descubrió que es posible utilizar nuestro tiempo de manera que nos sintamos realizados al final del día o de la semana, en vez de agotados y estresados.

Madre e hija
Para demostrar lo importante que es priorizar nuestro tiempo, la psicóloga utiliza la analogía del frasco. En ella demuestra cómo las cosas verdaderamente cruciales en la vida deben colocarse en nuestro “frasco del tiempo”, seguidas por asuntos no tan relevantes y por último, cosas que no tienen importancia. La lección es que si llenamos el frasco de cosas insignificantes, no quedará espacio para lo importante. Además, también recuerda la importancia de dejar un espacio para las relaciones y momentos de diversión.
“Cuando se trata de la felicidad, no se trata de la cantidad de tiempo que tenemos disponible, sino de la calidad, de cómo invertimos el tiempo que tenemos y de cuánto nos involucramos en él. Con un poco de intención y atención, podemos encontrar una felicidad extraordinaria en momentos ordinarios”, sentenciaba Cassie Mogilner Holmes.