¿Padece la humanidad síndrome de Diógenes? El diseñador de moda Lorenzo Caprile afirmaba hace unos meses que el trastorno era una de las grandes enfermedades del siglo XXI. “El acumular sin sentido. El tener todo el rato la sensación de que te falta algo, cuando realmente la felicidad es mucho más sencilla", afirmaba el famoso modisto.
No podía estar más acertado. La acumulación está a la orden del día gracias al estilo de vida impuesto en la sociedad. Sin embargo, para algunas personas, se va de las manos y llega el problema: una alteración del comportamiento que se caracteriza por un abandono extremo del cuidado, salud e higiene personal, además de aislarse y acumular objetos y basura de forma compulsiva.
La acumulación irracional de objetos en el hogar es la característica principal del síndrome de Diógenes
Una patología, más común en hombres adultos preocupados por una presunta ruina económica irreal, que provoca que las personas comiencen a vivir en una situación de insalubridad y ruina económica. No solo les afecta a ellos, también a familiares, amigos e incluso vecinos, pues la falta de higiene puede llegar a atraer animales y plagas al entorno.
En Mazarrón, Murcia, un hombre, profesor de Informática en un instituto, vive en lo que ya denominan el “chalet basurero”. Los vecinos no dan crédito: el hombre lleva tres años viviendo entre basura, ratas, insectos y materiales inflamables que en cualquier momento pueden prender y provocar un incendio en todo el barrio. “Estoy en tal estado de ansiedad que la que necesita medicación soy yo”, asegura una vecina a las cámaras de Espejo Público.
En 'Espejo Público' hablan del caso extremo de un vecino de Mazarrón.
El hombre vive solo. Su esposa y su hijo se han marchado de la propiedad. Las quejas de los vecinos no han servido para nada y desde el ayuntamiento de la localidad siempre les dicen lo mismo: el hombre está en su propiedad y puede hacer lo que se le antoje, pues “no hace daño a nadie”.
El psiquiatra David Córcoles, del Hospital del Mar, califica esta situación como “extrema” al ver la afectación del entorno, y solo ve una solución: actuar en contra de la voluntad de esta persona. “Está afectando a sus vecinos y a la propia seguridad”, sentencia.
Córcoles: “En el caso de la acumulación de objetos hay un vínculo emocional".
El especialista explica que este trastorno psicológico puede desarrollarse por múltiples motivos, pero la mayoría de los casos tiene un trasfondo emocional. “Puede aparecer en la adolescencia o en la edad adulta”, explica. “Entre los primeros síntomas que deberían preocuparnos, que las estancias no puedan utilizarse para lo que están diseñadas. Que una cocina no pueda usarse como cocina o una habitación no pueda utilizarse como habitación. Esa es la primera alarma de que la acumulación está sobrepasando lo normal”.
Córcoles insiste en que la salud mental no entiende de clase social, género o raza. Mucho menos en este caso. “Cualquier cosa se puede acumular. Es muy habitual que haya bolsas, cajas, ropa; pero es muy común que haya de todo”, explica. “En el caso de la acumulación de objetos hay un vínculo emocional con el objeto, y hay mucho malestar cuando se tira. Consideramos que esto es una enfermedad y este vínculo es patológico, fuera de lo normal”.
El hombre tiene que trepar entre objetos para entrar a su propia casa.
En casos extremos como el del vecino de Mazarrón, el especialista solo puede recomendar una intervención “forzada”, pues una de las características de los pacientes que padecen este trastorno es precisamente su actitud no colaborativa. “La motivación para el cambio de estos pacientes no está, necesitamos de su colaboración y todo se complica muchísimo”, explica Córcoles. “Además, muchos no son conscientes ni de lo que les pasa ni de la gravedad de su situación”.
Sin embargo, se puede conseguir. Con su colaboración, se puede tratar de paliar las posibles complicaciones derivadas del mal estado nutricional e higiénico; instaurando medidas preventivas para que el cuadro no vuelva a repetirse. Se necesita un apoyo social o, en los casos más graves y con su previo consentimiento, la hospitalización.
