Escuchar música a un volumen elevado es una práctica que puede traer graves consecuencias para la salud auditiva, incrementando el riesgo de pérdida de audición a edades tempranas.
La exposición prolongada a sonidos intensos no solo puede generar daños temporales en el oído, sino que también puede provocar problemas irreversibles, como acúfenos (zumbidos persistentes en los oídos).
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La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha emitido advertencias sobre este problema, alertando sobre el aumento de problemas auditivos en jóvenes de entre 12 y 35 años, especialmente en países con un alto nivel de vida.
Según sus estudios, más del 50% de los adolescentes y adultos jóvenes escuchan música desde sus smartphones a niveles más altos de lo recomendado.
Además, la exposición a fuentes de ruido adicionales, como discotecas, conciertos o eventos deportivos, agrava el deterioro del oído interno. La OMS recomienda limitar el tiempo de uso de auriculares a una hora diaria y no superar el 60% del volumen total del dispositivo.
El volumen máximo de unos auriculares puede alcanzar hasta 136 decibelios, superando el umbral del dolor, que se sitúa en torno a los 120 decibelios.
Escuchar música incluso entrenando
Los expertos sugieren evitar entornos con música excesivamente alta y reducir la exposición prolongada a ruidos intensos en el ámbito laboral o urbano. Permanecer más de ocho horas en un lugar con niveles superiores a 85 decibelios o más de 15 minutos en ambientes que superen los 100 decibelios puede resultar perjudicial para la audición.
Asimismo, es recomendable optar por auriculares de calidad con aislamiento acústico para disminuir la necesidad de subir el volumen.