Muchas veces, cuando estamos atrapados en una preocupación constante, el consejo más repetido suele ser: “No le des más vueltas”. Pero el psicólogo Fernando Azor, con más de dos décadas de experiencia en psicología clínica y pericial, desmonta esta idea en un vídeo publicado en su canal de TikTok (@azorfernando), seguido por miles de personas que buscan orientación emocional práctica. Su enfoque es claro: no pensar no es la solución, al contrario, puede ser el origen de un bloqueo mayor.
Cuando no hay solución, la clave es convivir con la idea
Un espacio diario para la preocupación
“Si cuando estás agobiado lo que intentas es no pensar, deja de hacer eso, normalmente no va a funcionar”, advierte Azor en su intervención. Aunque puede parecer que, a corto plazo, apartar la preocupación trae alivio, a la larga el pensamiento acaba por enquistarse. “Lo lógico es que se te acabe enquistando más el pensamiento y te bloquees”.
Según el psicólogo, darle vueltas a las cosas no es un defecto ni una debilidad mental. “Es un reflejo natural y necesario que el organismo, la mente, el cerebro busca para intentar resolver las cosas”. La rumiación —cuando no es obsesiva ni paralizante— cumple una función: identificar, enfrentar y, en la medida de lo posible, resolver los problemas que percibimos como amenazas.
Para Azor, la clave no está en negar la existencia de un pensamiento perturbador, sino en aprender a convivir con él o enfrentarlo. “Si algo da vueltas es porque para ti es lo suficientemente relevante. Para no darle vueltas tienes que ser capaz de poder convivir con las ideas que te están agobiando o tienes que ser capaz de resolver aquello que quieres resolver para el futuro”.
¿Qué hacer entonces cuando el temor, la angustia o la duda se repite una y otra vez en nuestra cabeza? Azor propone una técnica sencilla pero potente: dedicar un tiempo concreto y limitado cada día a pensar conscientemente en esa preocupación. “Es muy muy útil el que dejes un ratito el pensamiento, que todos los días dediques cinco minutos, diez minutos, tres, cuatro veces al día cuando la idea está muy muy presente”.
Lo que va a hacer que no pienses es precisamente darle un espacio correcto a la preocupación”
¿Qué hacer entonces cuando el temor, la angustia o la duda se repite una y otra vez en nuestra cabeza? Azor propone una técnica sencilla pero potente: dedicar un tiempo concreto y limitado cada día a pensar conscientemente en esa preocupación. “Es muy muy útil el que dejes un ratito el pensamiento, que todos los días dediques cinco minutos, diez minutos, tres, cuatro veces al día cuando la idea está muy muy presente”.
Esta fórmula se puede aplicar incluso a situaciones que no tienen solución inmediata. Por ejemplo, ante el miedo a una enfermedad grave, una vez realizadas todas las pruebas médicas posibles, el bloqueo puede persistir. En esos casos, dice Azor, el camino es aceptar el pensamiento, no huir de él: “Vas a tener que dejarle un pequeño espacio todos los días, por ejemplo cinco minutos cuatro veces al día durante al menos una semana. En ese tiempo tendrás que convivir con el escenario que tanto temes”.
La propuesta es contraria a muchos consejos populares, pero está anclada en la experiencia clínica. No se trata de alimentar la preocupación de forma indefinida, sino de establecer un marco seguro para que el cerebro procese la angustia. “Tendrás que permitirte en tu cabeza sin resolver lo que en ese momento te está agobiando. Aunque parece increíble, aplícalo y verás el resultado”.