Ángela Fernández, psicóloga: “Las personas manipuladoras desaparecen y reaparecen porque saben que eso aumenta tu enganche emocional”

Relaciones tóxicas

La experta explica cómo funciona el refuerzo intermitente en relaciones tóxicas y por qué nuestro cerebro queda atrapado en vínculos que nos hacen daño

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El mensaje es claro, directo y contundente: “Un día te escribes, al otro te ignoras, a los tres días vuelves a escribirte”. Así empieza el análisis que la psicóloga sanitaria Ángela Fernández (@angelaprs.psicologia) ha compartido en redes sociales para explicar un fenómeno tan frecuente como poco identificado: el refuerzo intermitente en relaciones personales. Un patrón emocional que nos mantiene enganchados a personas que no nos priorizan, pero que saben cómo y cuándo reaparecer para provocar un efecto químico en nuestro cerebro.

Cómo salir del círculo vicioso

Las personas manipuladoras usan el refuerzo intermitente como una estrategia emocional para generar dependencia

Fernández se apoya en una analogía conductista para explicarlo con claridad: “Si le damos comida a un perro cada vez que ladra, eso es un refuerzo continuo. El perro aprende que cada vez que ladra, recibe comida. Solo ladra cuando tiene hambre”. Pero, ¿qué ocurre cuando la comida no llega siempre? “Si unas veces sí y otras no, el perro no entiende la regla implícita, pero sabe que su conducta a veces da resultado. Entonces, ladra más”, señala la psicóloga. Es decir, el refuerzo intermitente genera más insistencia que el refuerzo constante, porque crea incertidumbre y dependencia.

En el ámbito de las relaciones, ese “ladra más” se traduce en ansiedad, obsesión y vigilancia constante del teléfono móvil. La dopamina entra en juego: cada vez que esa persona nos escribe “cuando menos te lo esperas”, el corazón se acelera y el cerebro recibe una descarga química. “Te engancha más que quien te contesta de manera regular, porque esa regularidad no genera dopamina. El otro, sí”, resume Fernández.

Este tipo de dinámica no es casual. Según la experta, las personas manipuladoras aplican este patrón de forma consciente o, al menos, con conocimiento de su efecto: “Saben perfectamente que esto aumenta tu interés y tu enganche hacia ellas. No lo hace todo el mundo, pero quienes lo hacen, suelen saber lo que hacen”.

Además, Fernández explica que muchas de estas relaciones comienzan con un bombardeo de amor, lo que en inglés se denomina love bombing. Un exceso de atención, elogios y contacto constante. “Están muy presentes todo el tiempo, te elogian muchísimo... para que te enganches”. Y justo cuando la otra persona ya ha generado dependencia emocional, comienza el juego de las ausencias repentinas.

Frente a esta trampa emocional, la psicóloga propone estrategias concretas para desengancharse. No necesariamente hace falta cortar por completo la relación: “No hace falta que bloquees a esa persona, pero al menos silencia las notificaciones y evita ver su movimiento en redes constantemente”. Es un primer paso para romper el círculo vicioso. A la vez, invita a revisar con honestidad por qué esa persona no te hace bien, y a recordar que quienes nos valoran, nos tratan con constancia.

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El mensaje de fondo es nítido: el problema no es que te guste alguien, sino que te guste alguien que te hace daño. Y eso, como insiste Fernández, es responsabilidad compartida entre lo que la otra persona hace… y lo que tú decides permitir.

“Identifícalo a tiempo y establece un plan de desintoxicación”, concluye. Porque sí, el amor sano también se entrena. Y empieza por dejar de perseguir lo que solo llega a ratos.

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