Estar bien con nosotros mismos es esencial, especialmente con la mente. Tal y como ocurre con el cuerpo, el cerebro también sufre las consecuencias del día a día, y tan pronto como nos despistamos podemos agotados, doloridos, sintiendo pulsaciones, ansiedad, nervios y muchas más afectaciones. El cuerpo debe estar limpio por dentro y por fuera, pero la mente también merece una atención especial para no pasarnos factura.
Uno de los expertos más conocidos en España sobre esta cuestión es Mario Alonso Puig, doctor y fellow en cirugía por Harvard University Medical School, quien a menudo comparte sus conocimientos en entrevistas, conferencias y demás actividades. Una de sus últimas reflexiones está vinculada con el poder de la creencia. Desde su punto de vista, tener la idea de salir adelante puede ser el primer paso para lograr dicho objetivo.
“Es impresionante el poder que tienen las creencias. Una creencia es una forma de ver, no pensemos que las creencias son simplemente ideas que tenemos, son formas de ver. Quien cree que puede se verá con la capacidad de poder. Quien cree que no puede se verá con la incapacidad de poder, aunque no sea así. Aunque la persona que crea que es incapaz para hacer algo sea, desde el punto de vista de la realidad en mayúsculas, perfectamente capaz de hacerlo”, comentaba.
“Pero si cree que no es capaz, al verse incapaz, no dará los pasos necesarios, no actuará con confianza, no actuará con determinación, no actuará con compromiso. Muchas creencias las hemos importado de fuera. Alguien en un momento determinado, alguien para nosotros podía ser una figura influyente, dijo algo y nosotros nos lo creímos. Las creencias están profundamente instauradas en el inconsciente. Otras veces las creencias surgen de interpretaciones”, añadía.

El cirujano, en una entrevista con Sergio Fernández sobre la composición del cerebro
Contra la mente
“Yo soy pequeño, accidentalmente tiro un jarrón y la interpretación que hago es ‘qué torpe soy’. Entonces empiezo a creerme que el jarrón se ha roto porque yo soy torpe, y el jarrón se ha roto porque, bueno, no lo he visto, porque tal vez haya cometido una torpeza, lo cual no decir que sea torpe, porque el jarrón es frágil y porque hay una ley que se llama la ley de la gravedad”, insistía, exponiendo la forma en que estos pensamientos moldean nuestro comportamiento.
“Una persona que acabe haciendo este tipo de interpretaciones, en cuanto vea algo delicado, nunca querrá acercarse, porque automáticamente su cuerpo se tensará. Las creencias donde mejor se ven es en el cuerpo. Cuando tú veas que algo te está paralizando, ves que tu cuerpo se está encogiendo, que la respiración se está alterando, que el corazón te late más deprisa, haz una pregunta: ¿qué es lo que estoy creyendo para sentirme así?”, concluía.