Establecer lazos con diferentes personas es algo bastante común en nuestro día a día. Socializar y comunicarse con nuestro entorno forma parte de nuestra naturaleza, al igual que cuidar de las personas que nos importan. Sin embargo, estas relaciones bidireccionales no siempre nos generan sentimientos positivos. Y es que muchas veces nos inunda un sentimiento de culpa cuando decidimos hacer una acción tan simple como 'pedir un favor'.
Sobre este asunto hablaba hace unos días la psicóloga Marta Barranco en sus redes sociales. A través de un vídeo publicado en su perfil de TikTok, la experta explicaba el motivo por el que sentimos ese sentimiento de culpa y la razón por la que no deberíamos sentirnos así.
''Tú a mí me puede pedir los favores que tú quieras. Pero ese momento en el que yo tengo que pedir un favor...Lo llevo fatal'', comenzaba diciendo la terapeuta de parejas sobre uno de los asuntos más repetidos en sus consultas. Tal y como explicaba, las personas que se sienten así comienzan a tener pensamientos negativos.
'''¡Vaya inútil! No sé hacerlo sola'; 'Va a pasar algo que va a hacer que al final yo no pueda confiar en la otra persona porque no va a salir adelante lo que estoy pidiendo'; 'Voy a ser una carga porque esa persona ya tiene sus cargas como para que encima le pida un favor''', son algunos de esos pensamientos que nos invaden muchas veces al pedir un simple favor. Esto sumado a la sensación de culpa que aparece y que no nos deja dormir puede generar un estado de ansiedad constante.

Dos personas en una imagen de archivo
Ese sentimiento de culpa provoca que al final las personas tomen una determinación: ''Prefiero intentar hacerlo yo sola para no sentir esto''. Sin embargo, la psicóloga aseguraba que sentir culpa por pedir un favor surge a raíz de ese machaque constante que se nos hace cuando la otra persona insiste en el enorme esfuerzo que ha tenido que hacer para realizar dicha acción.
''Esta estrategia de sentirme mal cuando pido un favor no viene de la nada. Y aquí voy a decir una cosa que seguro que sabes, pero no estás pensando. Cuando tú pides un favor, esa persona no tiene por qué hacerlo, decide si quiere o no, si puede o no. No le quites la oportunidad de elegir porque igual que tú cuidas y haces favores, la otra persona también puede cuidarte y hacerte favores. En eso consisten las relaciones bidireccionales'', concluía.