Xavier Guix, psicólogo: “De tanto complacer llega un momento que nos convertimos en los ojos de los demás”

Desarrollo personal

El especialista insiste en la importancia de plantar cara y elegir hacer las cosas según el propio criterio de uno

Xavier Guix, escritor uno de los mayores divulgadores sobre psicología emocional en el mundo hispanohablante.

Xavier Guix, escritor uno de los mayores divulgadores sobre psicología emocional en el mundo hispanohablante.

Aprendemos Juntos 2030 BBVA

Todos conocemos a esa persona que empuja a un lado todas sus necesidades para adaptarse a las de los demás. Ese que necesita complacer al resto por diversas razones, desde el miedo al rechazo, el temor al fracaso o la decepción a los demás e incluso algo mucho más sencillo: la necesidad de sentirse querido; si deja de hacerlo, el resto le abandonará.

Son personas complacientes, que puede que no necesiten que otros hagan cosas por ellos, pero aún así sienten la necesidad de que esto suceda para poder sentirse amados. Personas que, desde que son muy pequeños, han escuchado eso de “pórtate bien” allá donde van y a cumplir “con su deber”. 

Los niños pueden reflexionar sobre qué ha sido lo bueno y lo malo de su día.

Muchos niños están constantemente escuchando eso de “pórtate bien”.

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Son, simplemente, personas buenas que obedecen a sus padres, profesores… A quien sea que mande. Lo hacen todo bien porque es su deber, lo que se espera, lo que la gente quiere de ellos.

Sobre esto ha querido llamar la atención el psicólogo y escritor Xavier Guix, que insiste en la importancia de marcar límites y hacer las cosas según tu propio criterio. “Estas personas que se pasan la vida complaciendo al otro, llega un momento que se descuida de sus propios deseos”, comienza explicando el especialista durante su ponencia en Aprendemos Juntos 2030 BBVA.

Xavier Guix, escritor uno de los mayores divulgadores sobre psicología emocional en el mundo hispanohablante.

Xavier Guix, escritor uno de los mayores divulgadores sobre psicología emocional en el mundo hispanohablante.

Aprendemos Juntos 2030 BBVA

“Da, da, da; pero no recibe. Eso es muy peligroso. De tanto complacer, llega un momento que me convierto en los ojos de los demás”, señala.

El ejemplo más evidente, según Guix, es la familia. “Llegas a casa y te dice tu madre: ‘Esos pelos… Voy a llamar a la peluquería, que no los llevas muy bien’. ‘Oye, tu hijo, esos zapatos… Hay que comprar otros zapatos. Mañana vamos a comprar unos zapatos nuevos’. Son tus ojos. Lo ven todo. Ven siempre todo lo que falta y se necesita”, indica el especialista.

Cuando uno pasa la vida complaciendo, descuida por completo sus propios deseos

Xavier Guix

Para Guix, “llega un momento en el que les tienes que decir que quieres hacer las cosas según yo”, insiste Guix, que también es consciente que es entonces cuando llega el momento más complicado para las personas complacientes: los demás se sienten heridos.

“El otro dice: ‘¿Cómo me dices eso? Si todo lo hago por ti’. Pero si nadie mejor que yo sabe lo que te conviene y es mejor para ti’. Al final te acaban diciendo eso. Esa persona termina desconectándose de sí misma y acaba viviendo la vida del otro, y viviendo según lo que ella considera que es mejor para el otro”, lamenta. 

Xavier Guix, escritor uno de los mayores divulgadores sobre psicología emocional en el mundo hispanohablante.

Xavier Guix, escritor uno de los mayores divulgadores sobre psicología emocional en el mundo hispanohablante.

Aprendemos Juntos 2030 BBVA

“No se lo puedes reprochar, porque si lo haces, se enfada porque lo está haciendo todo por ti. No solo es complaciente, sino necesaria para el resto del mundo”. 

El problema de la complacencia es que permite que se establezcan relaciones asimétricas y una distribución poco equitativa del poder.

El experto insiste: “Hay que aprender a poner límites, porque si no ponemos límites,son los demás los que crearán la vida que quieren para nosotros”, dice. “No es cuestión de poner obstáculos, sino definir lo que realmente queremos para nosotros”. Sin embargo, muchos viven en una constante “indefinición”, que los demás aprovechan: “Por eso los demás hacen los que quieren con nosotros”.

Las personas terminan sometidas y siendo excesivamente obedientes. El especialista insiste: “Hay que plantear las propias necesidades y resolverlas. Se puede ser complaciente, pero a la vez que damos, se ha de recibir.”

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