En un mundo completamente digitalizado y como seres sociales que somos, estamos continuamente relacionándonos con otras personas, en el trabajo, en nuestro círculo social, yendo a comprar o por medio de las redes sociales. Socializar es parte de nuestro ADN al igual que gustar, agradar y ser reconocidos por los demás.
Asimismo, esa dependencia a nivel social también convierte a muchas personas en seres serviciales, es decir, aquellos que se caracterizan por su constante disposición a ayudar a los demás. Esa tendencia a complacer a otros va a su vez acompañada de la dura carga de no querer decepcionar. Y muchas veces ese sentimiento de no querer fallar y cumplir puede ser perjudicial para uno mismo, especialmente en el ámbito laboral.
Sobre este tema se pronunciaba la psicóloga Patricia Ramírez, conocida popularmente como PatriPsicóloga, en sus redes sociales este pasado fin de semana. ''Promete lo que puedas dar. Uno de los motivos por el que la gente no cumple con su agenda o con sus plazos es porque promete más de lo que es capaz de dar.'', comenzaba diciendo.
Según la experta, las personas ''tenemos una tendencia natural a ser excesivamente serviciales''. ''Nos gusta complacer porque pensamos que así no estamos fallando a los demás'', aseguraba. Pero la regla básica para cumplir, según Ramírez, es ''prometer menos de lo que puedes hacer''.

El estrés crónico producido por el trabajo es un enemigo silencioso
''Dale margen a tus plazos. Calcula la entrega siempre uno o varios días antes, de tal manera que, si ocurre un imprevisto, puedas tener un tiempo extra para entregar en fecha. Y si al final no ocurre nada, siempre puedes entregarlo antes y quedar como supercumplidor. Crear una reserva de tiempo, como dice la coach Talane Miedaner, nos hace tener control sobre el tiempo y sobre nuestro trabajo. Márcate los plazos en la agenda el día o los días de antes. Y cumple con la fecha para ese día, no para el de la entrega real. Acostúmbrate a esta disciplina'', declaraba.
Tal y como explicaba, ''es absurdo e inútil esperar que la presión externa te lleve a cumplir con tus obligaciones''. De hecho, la psicóloga recordaba cómo muchas personas se ponen las pilas cuando no les queda otra. Una sensación de caos y angustia que a la larga ''genera una imagen negativa de nosotros mismos'' y un estado de ansiedad constante.