Pablo d'Ors, escritor y sacerdote: “Mentiría si dijera que no he echado de menos una presencia femenina a mi lado. Dios no existe, es, y creo que una vida sin reflexión no merece la pena”

BIENESTAR

Pablo cree que la espiritualidad trasciende las divisiones religiosas y se basa en el amor incondicional y la confianza, y que la vida, ya sea familiar o religiosa, se enfoca en crear vínculos auténticos y servir a los demás

Pablo d´Ors nació en Madrid, en 1963,1​ en el seno de una familia de artistas, y se formó en un ambiente cultural alemán. Es nieto del ensayista y crítico de arte Eugenio d'Ors, hijo de Juan Pablo d’Ors Pérez-Peix, médico humanista, y de María Luisa Führer. Es discípulo del monje y teólogo Elmar Salmann

Pablo d´Ors nació en Madrid, en 1963,1​ en el seno de una familia de artistas, y se formó en un ambiente cultural alemán

Dani Duch / Propias

El tiempo, la reflexión y la búsqueda de sentido son tres pilares que definen nuestra existencia. Vivimos en un mundo lleno de estímulos y demandas, donde la prisa es una norma y la reflexión, algo raro. En medio de esta locura, pocos se detuvieron a preguntarse qué significa estar presente, vivir con conciencia y conectarse con uno mismo y con los demás. Para Pablo d'Ors, escritor y sacerdote, la respuesta se encuentra en el silencio, la meditación y el entendimiento de que la vida no es acumular momentos vacíos, sino tener un propósito, autenticidad y reflexión.

Ha dedicado su vida a explorar estos temas a través de su práctica espiritual y su obra literaria y se adentra en cuestiones profundas como el tiempo, Dios y la importancia del silencio en nuestras vidas. “El tiempo, tal y como lo conocemos, es una construcción humana. Lo medimos, segmentamos y dividimos en horas y minutos, pero en su esencia, el tiempo no existe; es solo una narrativa que hemos inventado para ordenar la vida”. 

A medida que entras en este ejercicio de meditación con rigor y con constancia, vas descubriendo que esa dualidad entre Dios y el hombre es una invención

Pablo d'OrsEscritor y sacerdote
Meditación

“La verdadera meditación te lleva a descubrir que el conocimiento de uno mismo es, en última instancia, el conocimiento de Dios”, apunta.

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En ese sentido, el sacerdote cuenta, en el pódcast Vidas Contadas, que la meditación se ha presentado como una herramienta para trascender el tiempo. “La descubrí por una crisis profunda. Tenía 40 años y pasé un momento crítico en mi sacerdocio por conflictos institucionales, perdí el suelo bajo mis pies y me di cuenta de que solamente eres confiable tú mismo”. Este cambio le ayudó a reducir su sufrimiento personal y a liberarse de la identificación constante con el cuerpo, la mente y las emociones. “A medida que entras en este ejercicio de meditación con rigor y con constancia, vas descubriendo que esa dualidad entre Dios y el hombre es una invención”, explica

Y el resultado de ese proceso es la paz interior, donde podemos entender nuestra naturaleza, y el sufrimiento pierde poder. Pero la meditación no solo tiene que ver con un estado interno; también transforma la manera en que nos relacionamos. Para d'Ors, el autoconocimiento a través de la meditación no es solo un camino hacia el ser personal, sino también hacia un entendimiento más profundo de la conexión divina: “Dios no existe, sino que Dios es. Nosotros somos la existencia de Dios”, comenta, desafiando las fronteras entre lo humano y lo divino. “La verdadera meditación te lleva a descubrir que el conocimiento de uno mismo es, en última instancia, el conocimiento de Dios”, apunta. 

Para Pablo, la religión va más allá de las divisiones que se producen entre las diferentes religiones que existen. Según él, la religión, al igual que el amor, no debe entenderse como un fin, sino como un medio que nos acerca a lo divino. “La religión es una forma cultural, el dedo que apunta a la luna. Si te quedas mirando el dedo, no estás viendo lo importante. El misterio, lo divino, es la luna. Lo religioso es nuestro pasado, pero el futuro es lo que proyectamos. Y la conciencia de eso nos da la plenitud de este momento”, apunta. En su visión, la espiritualidad no se trata de unirse a una tradición o grupo, sino de reconocer la divinidad en la imperfección y en la vulnerabilidad humana. “Si me dan a elegir entre Dios y vosotros, me quedo con vosotros, porque vosotros sois el rostro de Dios”.

No he echado de menos tener una familia o hijos, la gente que me acompaña es mi familia

Pablo d'OrsEscritor y sacerdote

Ese entendimiento de la espiritualidad se conecta con su vocación de sacerdote y con la decisión irrevocable que tomó. “Es un equilibrio entre trascender las necesidades personales y servir al otro. Requiere sabiduría y, sobre todo, capacidad de jugar con la vida, de ver la espiritualidad no solo como un camino serio, sino también como algo que se disfruta y se vive con plenitud”. Aunque reconoce la tentación de lo que podría haber sido una vida distinta, sin duda alguna, lo que Pablo ha logrado en sus más de tres décadas de servicio es alcanzar un equilibrio donde, más que la ausencia de una familia biológica, ha encontrado una familia espiritual.

Sacerdote

El entendimiento de la espiritualidad de Pablo se conecta con su vocación de sacerdote y con la decisión irrevocable que tomó al abrazar esa vida

Andreas Prott

De alguna manera, tanto la vida familiar como la vida religiosa apuntan a lo mismo: crear vínculos basados en la conexión profunda con lo que somos y lo que podemos aportar. Porque al final la vida se debe ver desde la plenitud de servicio y el amor incondicional hacia los demás, razón por la que Pablo habla sin tapujos de la muerte. “Yo no quiero alargar más de lo necesario, claro que la enfermedad no me apetece, pero sí tiene que venir… Esa es la diferencia entre una persona espiritual y una persona no espiritual: la espiritual sabe que todo tiene un propósito de amor y, por tanto, las cosas no son azarosas o arbitrarias, sino que están orientadas al crecimiento de la humanidad y tuyo también en persona”. 

En definitiva, para Pablo, la vida no se trata de evitar los obstáculos o las dificultades, sino de abrazarlas con confianza. Tal como lo explica, no ve las adversidades como algo fortuito o como castigos, sino como partes necesarias de un camino que nos lleva a un crecimiento profundo y transformador. La clave radica en elegir entre el miedo o la confianza, entre el temor o el amor.

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