Los microplásticos no distinguen entre agua del grifo o embotellada. Están en ambas, y lo preocupante es que no hay una diferencia real entre lo que se permite en una y en otra. La normativa que regula los niveles máximos de sustancias tóxicas en el agua embotellada y la del grifo es prácticamente la misma, así que la elección no garantiza necesariamente una mayor seguridad. A pesar de lo que suele pensarse, ninguna opción está completamente libre de riesgos, como señala la nutricionista Lucía Redondo.
Toca remineralizar
El agua que parece más pura no siempre es la que mejor hidrata
El agua que ha pasado por un proceso de ósmosis inversa puede parecer pura, pero su limpieza tiene un coste. Al eliminar prácticamente todos los minerales presentes de forma natural, ese tipo de agua pierde su capacidad para hidratar correctamente.
Tal como explicó Redondo en su perfil de Instagram, “el agua filtrada por una ósmosis es un agua sin minerales, que no hidrata”. En la misma publicación, advirtió que “beber agua de ósmosis puede llevar, a la larga, a la deshidratación de tejidos”.
La Organización Mundial de la Salud abordó esta cuestión en el informe Health Risks from Drinking Demineralised Water, donde aconsejó añadir minerales al agua desalada antes de que llegue al consumo humano. Aunque el documento no se refiere específicamente al agua de ósmosis inversa, la recomendación resulta aplicable por la similitud en la composición, ya que el organismo alertó de que “el consumo prolongado de agua desmineralizada puede afectar la homeostasis mineral del cuerpo”.
Esa falta de sales y minerales esenciales convierte al agua osmotizada en una opción que requiere ajustes si se va a consumir con regularidad. Redondo señaló que, en los casos en los que se instala un sistema de ósmosis inversa en casa, es imprescindible remineralizar el agua antes de beberla.
Algunas instalaciones ya incluyen un mecanismo de remineralización, pero cuando no es así, una opción es añadir pequeñas cantidades de agua de mar, siempre controlando que el sabor no resulte salado.
¿Agua perfecta?
El cloro también tiene efectos secundarios
Tampoco el agua del grifo está libre de observaciones. Contiene cloro, trihalometanos y otros compuestos que varían según la zona. Un estudio publicado en marzo de 2024 en la revista Science of The Total Environment concluyó que “la exposición a agua clorada altera la microbiota fecal”.
El cloro se añade para evitar la proliferación de microorganismos, pero su efecto no se limita a desinfectar. Según la misma fuente, esta alteración ocurre con independencia del sabor o la calidad percibida del agua.
Elegir un sistema de filtrado adecuado depende de la composición del agua que llega a cada hogar. En muchos casos, un filtro de carbono puede ser suficiente, como recalca la experta. Lo importante es conocer el punto de partida y decidir en función de eso. Porque, al final, no se trata de encontrar un agua perfecta, sino una que realmente cumpla su función.