Nuestro bienestar es esencial para proseguir en el día a día. En una sociedad cada vez más difícil de gestionar, tanto el cuerpo como la mente deben estar preparados para afrontar cualquier ocurrencia, de día y de noche. Sin embargo, la cabeza es a menudo un elemento olvidado. Tan pronto como nos despistamos, podemos encontrarnos sintiendo dolor, agotamiento, pulsaciones, ansiedad, nervios y muchas más afectaciones.
Las relaciones sociales son uno de los aspectos más complicados de gestionar, sea por el peligro de la toxicidad o por la incapacidad de gestionar los actos y emociones de otra persona. Un asunto sobre el que reflexionó el doctor José Carbonell, licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Navarra y afincado en Palma de Mallorca. Según sus palabras, a menudo se puede tener la sensación de que todos a nuestro alrededor están sufriendo problemas.
“El síndrome de Mafalda: cuando lo peor de ti mismo son los demás. Cuando te levantas por la mañana y te encuentras que vas al colegio y la profesora está amargada, los compañeros también, o llegas a casa y te encuentras que tu madre ha preparado sopa y tu padre ha tenido un mal día; y de repente dices ‘a ver, qué me pasa, que el mundo está mal, yo estoy bien, yo me levanto bien, duermo bien, tengo energía…”, describía.
“Me puedo enfrentar al mundo con facilidad, pero me encuentro que todo a mi alrededor está que se cae, que está deprimido, que está de bajón y tengo que protegerme de eso y tengo que mirar por mí, tengo que pensar en mí. Y eso es lo que yo quiero para mis pacientes y es lo que quiero para todos vosotros, que es el hecho de que prioricéis hasta cierto punto el hecho de cuidaros, de saber poner filtros a todo el entorno”, remarcaba.
Cuidarnos a nosotros mismos
“Que puede ser muchas veces difícil y complicado de gestionar por problemas de pareja, con los hijos o problemas laborales, pero no nos olvidemos que la esencia que hace que todo funcione, que a nosotros nos dé felicidad, es la relación que nosotros tengamos con nosotros mismos, poner límites a nuestras expectativas, no dejar que los comentarios los demás nos afectan y sobre todo cuidar un poquito esa autoestima que tenemos, ese amor propio a través de hacer cosas que nos hagan crecer como persona”, insistía.
“Por consiguiente, frente al síndrome de Mafalda, mucho amor propio”, concluía. Esta afección basa su nombre en el personaje de cómic creado por el ilustrador argentino Quino, que vio la luz por primera vez el 29 de septiembre de 1964, en el semanario Primera Plana.