La psicóloga Andrea Rosario ha querido centrarse en una de las problemáticas emocionales más comunes en la consulta, así como en nuestra sociedad: ser perfectos en todo lo que hacemos.
A través de una reflexión surgida tras una sesión con una paciente, Andrea ha explicado que no se trata de eliminar el perfeccionismo, sino de saber gestionarlo de forma saludable. “Ella me decía: ‘es que yo no quiero dejar de ser perfeccionista porque me gusta, es parte de quien yo soy y no quiero dejar de serlo. Yo quiero hacer las cosas bien’”, relató.
La clave, según la experta, no está en evitar la búsqueda de la excelencia, sino en evitar que esta se mezcle con el miedo al error y la autoexigencia desmedida.
“Ser perfeccionista, como tú dices, está bien, es parte de quien tú eres y no tienes que cambiarlo. El problema es cuando el perfeccionismo se junta con las preocupaciones perfeccionistas, es decir, tener miedo a que eso no salga perfecto, tener miedo al fracaso, tolerar mal los errores”, explicó.
Andraa subrayó que el perfeccionismo desde un punto de vista sano puede ser una fuente de motivación y crecimiento personal si se trabaja desde la flexibilidad. “El querer hacer las cosas lo mejor posible es algo positivo porque te mantiene motivado, te ayuda a conseguir más cosas, te ayuda a sentirte bien contigo porque lo has hecho lo mejor que podías”, afirmó.
Una mujer trabajando en su ordenador
Por último, la psicóloga recalcó la importancia de distinguir entre esfuerzo y miedo. “El foco lo tenemos que poner en trabajar la tolerancia al fracaso, a que las cosas no salgan como esperamos y a que nuestro valor no depende del resultado de si eso sale de forma perfecta o no. Hay que distinguir entre el esfuerzo y el miedo, son dos cosas muy diferentes”, concluyó.



