Prohibir de forma excesiva a los hijos es un claro indicio de sobreprotección, o lo que los expertos también llaman hipercustodia o hiperprotección. Muchos padres por miedo a que les pase algo a sus hijos o tengan que enfrentarse a situaciones dolorosas o complicadas de digerir deciden restringir parte de sus actividades y oportunidades de aprendizaje, limitando así su autonomía y su desarrollo. Algo que a la larga puede tener graves consecuencias emocionales.
Sobre este asunto hablaba hace unos días el psicólogo Rafa Guerrero. El experto en salud mental publicaba en su perfil de Instagram un fragmento extraído de la entrevista que realizó con Ernesto Sáenz de Buruaga en Medicina Responsable (@medicinarespon), donde hablaba sobre cómo lo prohibido lleva a los niños a querer saltarse la norma debido a la curiosidad que sienten.
El psicoterapeuta explicaba en los primeros segundos del fragmento que es totalmente incoherente que intentemos prohibir una práctica a nuestro hijo mientras la estamos realizando. ''Es completamente incongruente que yo a mi hijo le diga ''hijo mío no fumes como papá hace'' mientras le estoy echando el humo en la cara'', decía.
Según aseguraba, los niños necesitan de actos repetitivos de una manera constante. ''Si hablamos por ejemplo de drogas, de alcohol o de tabaco, es importante entender que no tiene que ser algo que se imponga, como una prohibición porque todo lo que sea prohibido siempre genera curiosidad'', detallaba. De este modo, es fundamental entender que todo lo que sea prohibido de manera tajante y diciendo ''ni se te ocurra subir ahí o ni se te ocurra hacer esto'' genera curiosidad en el niño, ya que empieza a preguntarse ''qué habrá ahí'' porque le empieza a resultar interesante.

Muchas veces los padres no saben y evitan dar noticias que pueden afectar a sus hijos
''No se puede prohibir, hay que dar motivos y hay que dar razones. Y hay que contar que, en el caso de las drogas por ejemplo, por las más accesibles, que son el tabaco y el alcohol, va a pasar un porcentaje muy elevado por no decir el 100% de la población'', recalcaba.
En otra de sus publicaciones, el especialista recordaba que ''la invalidación emocional puede tener graves secuelas en la salud mental, especialmente cuando se trata de niños. ''Los adultos estamos acostumbrados a utilizar frases tipo 'no pasa nada', 'no es para tanto', 'no te enfades', 'no estés triste'. Y aunque se hacen con buena intención, hacen sentir vergüenza al menor o que no es adecuado para su mamá o papá'', explicaba. Por eso, advertía que no solo invalidamos la emoción, sino que además no le validamos como persona, afectado así a su autoestima.