En España, el café no es solo una bebida: es casi una institución. Lo tomamos nada más levantarnos, en el desayuno, en el bar de la esquina o como excusa para un respiro en mitad del trabajo. Para muchos, es el combustible que pone en marcha el día. El “¿quedamos para un café?”, ha trascendido lo gastronómico para convertirse en una costumbre social. Pero esa primera taza, la más esperada y reconfortante, podría no estar jugando a nuestro favor.
Aunque hemos asumido que el café por la mañana es casi una necesidad biológica, cada vez más expertos en salud y cronobiología señalan que la hora a la que lo tomamos podría estar interfiriendo con nuestros ritmos naturales. ¿Y si ese primer sorbo tan deseado estuviera mejor unos minutos, o incluso una hora y media, más tarde? Así lo aconseja Marta González-Corró, licenciada en Medicina y Cirugía con un Máster en Nutrición y Alimentación por la Universidad de Barcelona.

Café
La cafeína estimula la producción de cortisol, la conocida hormona del estrés que producimos de forma natural en la corteza suprarrenal. Este compuesto no solo está relacionado con situaciones de tensión, sino que también cumple una función clave en nuestro estado de alerta, energía y rendimiento diario. Nuestro cuerpo sigue sus propios ritmos circadianos y produce cortisol de forma cíclica, con picos naturales a lo largo del día. “A las 8-9 de la mañana, a las 12-13 y entre las 17:30-18:30 de la tarde”, apunta. “A estas horas ya tienes cortisol circulante en sangre y no hace falta que te tomes el café, ya tienes la activación del cortisol”.
La cafeína, además, impide que la adenosina actúe sobre el sistema nervioso
Es decir, añadir cafeína en esos momentos no solo resulta innecesario, sino que puede interferir con el equilibrio hormonal que regula nuestra energía. Lejos de ayudarnos, ese café tempranero podría incluso tener el efecto contrario, restando eficacia a la cafeína o alterando el ritmo con el que nuestro cuerpo gestiona el estrés y la vigilia.
“Si eres muy cafetero y te lo tomas en las horas que ya fabricas cortisol de forma natural, cada vez fabricarás menos cortisol y te volverás más dependiente del café para mantenerte alerta y con energía”, explica. Porque la cafeína, además, impide que la adenosina actúe sobre el sistema nervioso. “Esto evita que te sientas somnoliento, pero el cuerpo se adapta. Si consumes cafeína con regularidad, tu cuerpo produce más adenosina. Necesitarás más cafeína con el tiempo para tener la misma sensación de estar despierto. Idealmente, es mejor tomar el primer café 90 minutos después de haberte despertado”.
Si eres muy cafetero y te lo tomas en las horas que ya fabricas cortisol de forma natural, cada vez fabricarás menos cortisol

Hombre disfrutando de una taza de café
Aunque esta recomendación general invita a retrasar el primer café del día, hay excepciones. La médica señala que tomar café en ayunas puede ser perfectamente válido si vas a realizar ejercicio físico. En este caso, la cafeína actúa como un potente ergogénico, es decir, una sustancia que mejora el rendimiento deportivo, aumenta la resistencia y reduce la percepción del esfuerzo durante la actividad. Por tanto, si tu mañana incluye una sesión de entrenamiento, una carrera o incluso una caminata exigente, esa taza de café temprana puede convertirse en un verdadero aliado.