Hay personas que pagarían lo que fuese por sentir ese subidón estimulante que solo se puede conseguir cuando algo nos aterra. Nuestra respuesta biológica al miedo es muy compleja e implica neurotransmisores y hormonas que afectan a zonas de todo el cerebro, desde la amígdala hasta el lóbulo frontal. Ahora bien, una cosa es tener gusto por el terror, y otra que ese miedo desencadene un sinfín de emociones a cada cuál más negativa, como el estrés, la ansiedad, la tristeza, la rabia o la culpa.
Tener miedo es algo natural. Durante milenios, nuestro cuerpo ha evolucionado para responder a lo que nos asusta, preparándose para luchar o huir de cualquier amenaza; en resumen: el miedo es uno de los muchos mecanismos que tenemos para la supervivencia de la especie.
El amor y el miedo son emociones fundamentales que, a pesar de parecer opuestas, están estrechamente relacionadas.
No obstante, muchos se refugian en el miedo, sin darse cuenta que esta actitud da pie a que la mente se encierre en un bucle del que es muy complicado salir. Así lo afirma Anxo Pérez, experto en crecimiento personal, que apuesta por soltar el control mental y asegura que al cerebro no hay cosa que más le guste que crear sentimientos negativos.
“Todos son miedos. Miedo a la muerte, miedo a que le pase algo a un ser querido, alguien tarda cinco días en contestarte y tú no le quieres contestar…”, dice. “Nuestra mente nos ataca todos los días, constantemente. Te dice que no vales para nada, que te has perdido no sé qué fiesta. A más luz, más polvo. Todos tenemos miedo. La solución no está en encontrar las respuestas, está en soltar las preguntas”.
El experto lanza un consejo valioso para todos aquellos que se ven atrapados por sus miedos y se empeñan en regocijarse en ese victimismo resultado de dar vueltas y vueltas a todo lo que les sucede, desde un enfoque negativista.
Anxo Pérez: “Cuando subes tu nivel de conciencia, no es que la vida te quite tus problemas, es que los problemas ya no te quitan tu vida”
“Todo lo que estás diciendo no te beneficia”, insiste. “Suelta el relato. Calla. Cuando estás contando esa historia estás echando basura al mundo. No lo hagas. Al que más le perjudica es a ti”, asegura. “Cuando tengas esa sartén me dices: ‘está muy bien lo que dices, pero… ¿Cómo se suelta una sartén ardiendo?’. No necesitas información, solo intención”.
El experto insiste en que “todos sabemos soltar una sartén ardiendo” e historias victimistas. “Siempre hay que mandar amor. No tienes que hacer, nada que conseguir con eso. Igual que el sol no elige qué iluminar, el amor no elige qué amar. El sol brilla para todos. Cuando subes tu nivel de conciencia, no es que la vida te quite tus problemas, es que los problemas ya no te quitan tu vida. Todo es perspectiva al final”.
