Gemma Echevarría, psicóloga: “Procrastinar no es flojera ni tristeza: es exigirte tanto que ni sabes por dónde empezar”

Salud mental

La psicóloga clínica y forense desmonta el mito de que posponer tareas es solo falta de ganas o depresión

Fabián Carazo, psicólogo: ''Procrastinar no es pereza, es miedo al fracaso o a la incomodidad''

Gemma Echevarría propone cambiar la mirada sobre la procrastinación: del juicio al análisis funcional

Gemma Echevarría propone cambiar la mirada sobre la procrastinación: del juicio al análisis funcional

TikTok | @gemma.eche

Posponer. Aplazar. Dejarlo para mañana. La procrastinación se ha convertido en un fenómeno casi cotidiano, especialmente entre los más jóvenes, y no siempre tiene que ver con pereza o tristeza profunda. Así lo explica Gemma Echevarría, psicóloga clínica y forense, en uno de los vídeos de su cuenta de TikTok (@gemma.eche).

“Últimamente escucho mucho que la procrastinación está ligada a la tristeza o incluso a una depresión. Y puede ser. Pero muchas veces tiene más que ver con la desmotivación”, explica. ¿Y qué causa esa desmotivación? Según la experta, el problema nace cuando la tarea a realizar no está conectada con un propósito propio. “Nos obligamos a hacer algo que no sentimos como nuestro. No le vemos sentido, y por eso lo aplazamos”.

Pero no acaba ahí. Para Echevarría, otro factor clave es la autoexigencia desmesurada: “Queremos cumplir una tarea, pero pensamos directamente en el resultado final, sin dividirla en pasos pequeños. Eso la vuelve inabarcable”. Y cuando las metas son tan altas que parecen imposibles, la mente se rinde antes de empezar.

Cuando la meta bloquea más que motiva

La psicóloga advierte que pensar solo en el resultado final sin dividir el proceso alimenta el colapso mental

“A veces me dicen: ‘Es que yo no soy buena en nada, así que no tengo ánimo’. Pero la pregunta es: ¿cómo lo sabes si no has dividido esa meta y te has dado la oportunidad de intentarlo paso a paso?”, plantea la psicóloga.

El problema, añade, es que en una sociedad que premia la perfección inmediata, nos cuesta mucho tolerar los procesos lentos, los fallos o el progreso imperfecto. “Nos exigimos tanto que ni siquiera empezamos, porque ya nos sentimos por debajo de las expectativas. Y así se instala la parálisis”, afirma.

Nos exigimos tanto que ni siquiera empezamos; nos paraliza la idea de no estar a la altura”

Gemma Echevarría, psicóloga

El consejo de Echevarría pasa por frenar esa espiral. Desmontar la idea de que hay que hacerlo todo bien a la primera. “Hay que aprender a dividir las tareas. Ver que sí tenemos capacidad para lograr una meta pequeña. Y desde ahí, construir”.

Ni vagos ni incapaces: solo desbordados

Echevarría insiste en que muchas personas no carecen de capacidad, sino de una estrategia funcional para empezar

Lejos de las etiquetas fáciles, la psicóloga insiste en que la mayoría de las personas que procrastinan no son vagas, ni están rotas por dentro. Simplemente están saturadas por sus propias expectativas, por la presión del entorno o por no haber encontrado aún una forma funcional de organizarse.

“La tarea, cuando se vuelve más accesible, también se vuelve más motivadora. Porque te das cuenta de que puedes hacerlo. De que sirves, de que tienes capacidad, aunque no seas perfecto. Y ahí aparece el refuerzo, la autoestima, las ganas de continuar”, detalla. Pero también advierte: nada de esto ocurre sin esfuerzo ni constancia, dos valores que —según ella— están “un poco en desuso”. Y sin ellos, la evolución positiva es difícil.

Lee también

Pilar Cebrián, psicóloga, sobre la procrastinación: “Esto hace que todo el camino y esfuerzo tenga sentido”

Marc García
Pilar Cebrián, psicóloga, sobre la procrastinación:

Al final, procrastinar no es una señal de debilidad, sino un síntoma de algo más profundo: un desajuste entre lo que nos exigimos, lo que sentimos que podemos dar y lo que realmente necesitamos. Y ahí es donde, como dice Gemma Echevarría, hay que empezar a mirar.

Etiquetas
Cargando siguiente contenido...