Todos conocemos a alguien que parece hacer de su propia vida un auténtico infierno, pero que a su vez ejerce una sutil forma de manipulación hacia aquellos que le rodean. Hablamos de las personas que se victimizan, los que acusan a otros de lo que sucede por culpa o responsabilidad suya.
Personas que eligen ser víctimas como forma de ser y mostrarse al mundo, incapaces de asumir sus responsabilidades y culpas, echándolas a todos los demás. Este tipo de personas, con el sufrimiento como modo de vida, reciben el beneficio de obtener control sobre aquellos hacia los que desea manipular. El victimismo, calculado y consciente, encubre un chantaje emocional.

Las personas victimistas son incapaces de asumir sus responsabilidades o culpa.
Francesc Miralles, escritor y experto en desarrollo personal, apoda a este tipo de personas como aquellos que siempre van con el “pobre de mí” constantemente. “Hay gente que siempre cree tener el mayor problema del universo y el drama es una forma de control de poder”, afirma el escritor en su podcast, Ojalá lo hubiera sabido antes.
Tal y como señala el experto, solo hay que pensar ligeramente en todas esas personas que conocemos que se ven a sí mismas como víctimas de todo tipo de miserias de un mundo que les es hostil. Personas que han adoptado un rol de víctima, elegido, pues les aporta más beneficios que costes y un reconocimiento externo como individuos.

Francesc Miralles, escritor y experto en crecmiento personal.
“El drama es una forma para ser el centro de atención. Ahora, eso tiene un gran peligro”, advierte. Según Miralles, vivir una vida de eterna víctima hace que siempre vayas contando dramas y penas por doquier. Pero, ¿a qué precio?.
“El drama te lo escucharán una vez, dos y tres. Pero si estás solo contando penas, a la cuarta vez te habrás convertido en un pelmazo y te contestarán cada vez más tarde o te terminarán contestando con un silencio. Porque a nadie le gusta escuchar los dramas ajenos de manera reiterada. Puntual, sí”, matiza.
Características de la persona victimistas 1Vive en una queja constante.
2El sufrimiento se convierte en su forma de vida.
3No hace autocrítica ni asume responsabilidades.
4Busca despertar la pena en los demás para llamar la atención.
5Muestran una visión muy pesimista y negativa de la vida.
6Necesitan atención constante por parte de terceros.
7Puede generar sentimientos negativos como la ira, la intolerancia, la agresividad, el narcisismo, el egoísmo y el desprecio.
8Exageran todo aquello que les sucede.
1Se sienten bien cuando se lamentan ante los demás y hacen ver que son una “víctima” de las circunstancias.
El autor de obras como Ikigai y Homo Solver advierte: cuidado con lo que oculta el drama. “Querer ser el centro de atención es un recurso que se gasta muy rápido”. Además, puede hacer que la persona desarrolle otras características negativas en su personalidad, como la inseguridad extrema, la falta de empatía, la agresividad o el egoísmo, pues se sienten con derecho a comportarse así dado su gran sufrimiento.
Con el tiempo, las personas con victimismo “crónico”, de no buscar ayuda, podrían llegar a desarrollar otras patologías, dependiendo de las actitudes y rasgos que presenten. Por ejemplo, un trastorno paranoide de la personalidad, si se empeña en culpar a los demás de todo aquello malo que le sucede.