El mundo que vivimos es caótico, en crisis, tiene prisa, no puede parar. Las cosas escapan al control de la gente, que vaga tratando de cumplir con sus responsabilidades, tener tiempo libre que dedicar a sus cosas y, lo más importante, alcanzar su propia felicidad. De lo que pocos son conscientes, no obstante, es que la mayoría solo serán infelices durante todo ese corto espacio de tiempo, tratando obtener esa vida plena y feliz.
Es aquí donde se recupera la filosofía estoica, basada en el valor de la razón y que aboga por guiarse por la razón y, debido a que no se puede controlar lo que sucede a nuestro alrededor, controlar lo que se piensa al respecto de lo que sucede.
Antoni Bolinches, psicólogo clínico y terapeuta de pareja.
Una doctrina que se fija en las emociones -que divide en buenas, malas e indiferentes- y que tiene un objetivo: alcanzar la felicidad a través de la virtud moral o de alcanzar el potencial al que se está destinado, y de la serenidad, o que las emociones negativas no dominen, pues provocan una percepción distorsionada de la realidad.
El psicólogo Antoni Bolinches habla a menudo sobre la felicidad en sus obras, tema que retoma en el episodio de esta semana en el podcast Ojalá lo hubiera sabido antes, junto a los escritores y expertos en desarrollo personal Àlex Rovira y Francesc Miralles. “Una de las reflexiones que yo hago sobre la felicidad es que la felicidad es más cómo llevas las cosas que cómo son las cosas”, afirma.
Bolinches: “El drama no deja de ser una atención excesiva hacia los aspectos negativos de nuestra realidad”
Con respecto al estoicismo, el psicólogo aporta una reflexión centrada en esta teoría, pues afirma que “el drama no deja de ser una atención excesiva hacia los aspectos negativos de nuestra realidad”.
“Todo tiene la importancia que le damos, y depende del espacio que concedemos, aquello que tenemos en la cabeza; si en la cabeza solo tenemos una idea, esa idea ocupará toda la cabeza”, afirma. “Por tanto, cuidado con las ideas monotemáticas”.
Según Bolinches, quedarnos estancados en el ensimismamiento propio es el gran problema. “Nos permite evitar ocuparnos porlo ajeno, pero eso evidentemente es una trampa para elefantes, pues quedamos sepultados en nuestro propio peso, nos volvemos excesivamente egocéntricos y narcisistas; tenemos una carga tan grande que apenas podemos liberarnos”.
Antoni Bolinches, psicólogo clínico y terapeuta de pareja.
El especialista advierte del peligro de esta situación, pues a mayor inteligencia, mayor probabilidad de caer en el victimismo. “A mayor inteligencia, más capacidad para problematizar su vida, pero también tienen más recursos para desdramatizar”, señala.
”Hay un dicho que dice que las personas egocéntricas son como Marlon Brando, un actor que te preguntaba cinco minutos por tí para hablar media hora de él; y es lo mismo en las relaciones interpersonales, quedan sepultados en su propia problemática”, insiste Bolinches.
La clave: no sepultar a la inteligencia racional
El experto en salud mental insiste: es importante no priorizar la inteligencia emocional a la racional. “Lo único que puede ayudar a resolver los problemas es la inteligencia racional adecuadamente utilizada al servicio de la estabilidad emocional. Ese es el arte de desdramatizar la vida, y eso está al alcance de todos”.
