Cuando se produce un desequilibrio entre la pérdida de líquidos del organismo y la ingesta de estos, esto puede traducirse en una disminución del agua corporal, lo que da lugar a un caso de deshidratación. Cualquier persona puede verse afectada por este fenómeno, sobre todo durante la época veraniega. El motivo se debe principalmente al aumento de las temperaturas, causante de una mayor sudoración y, por tanto, de una pérdida de agua más acusada. Se trata de un riesgo que conviene no subestimar, ya que entre los peligros de la deshidratación se encuentran la presión arterial baja, síntomas como mareos y debilidad e incluso, en los casos más graves, el daño a órganos vitales y el fallecimiento. Además, existe una parte de la población que presenta una mayor vulnerabilidad a la hora de sufrir deshidratación, como es el caso de los niños, los ancianos o las embarazadas.
Para evitarlo, la clave está en asegurarse de consumir la suficiente cantidad de líquido a lo largo del día. “En verano podemos perder mucha agua y, a veces, no ser del todo conscientes porque el mecanismo de la sed no funciona correctamente o porque, aunque nos invite a beber, no siempre lo hacemos o podemos”, advierte Nicolás García, especialista de Medicina Interna de la Clínica Universidad de Navarra. Además de la ingesta de agua, la base para mantenerse hidratado, el experto recomienda apoyarse igualmente en la dieta, optando por alimentos ricos en agua, como frutas o verduras. También es importante anticiparse y ser capaz de identificar aquellos síntomas que alertan de una deshidratación, para ponerles remedio antes de que se agraven.
¿Qué señales advierten de una posible deshidratación?
Los casos de deshidratación resultan más comunes de lo que algunos podrían pensar, y, a menudo, las personas que la sufren no son conscientes, tal y como señala la nutricionista Júlia Farré. Mediante su perfil en la red social de Instagram, la especialista advierte de que es habitual no darse cuenta de que no se está consumiendo la cantidad necesaria de líquidos. Por ello, comparte una serie de señales a las que hay que prestar atención porque son las que delatan una posible deshidratación.
Uno de los signos más frecuentes de deshidratación está relacionado con la orina, concretamente, cuando esta es escasa y de un color oscuro. Otra señal de advertencia acerca de que el cuerpo necesita más hidratación es notar la boca pegajosa.
Los dolores de cabeza, según apunta la nutricionista, igualmente están asociados a un consumo insuficiente de agua. Así como las dificultades para concentrarse. Por otra parte, Júlia Farré aconseja fijarse en la piel, en particular, si esta tiene un aspecto poco elástico, una señal de deshidratación. Y los calambres musculares también representan un síntoma común de la falta de agua en el organismo.