Todo el mundo sabe que comer sano es fundamental para mantener una buena salud física y mental, así como para reducir el riesgo de sufrir enfermedades y, en términos generales, disfrutar de una mejor calidad de vida. Para ello es necesario cambiar los hábitos alimentarios, lo que implica dejar de lado aquellos alimentos que no sean saludables y sustituirlos por otros que sí resulten beneficiosos. Pese a ser consciente de las posibles consecuencias negativas para su organismo, no todo el mundo se anima a dar este paso. Pero aquellos que sí deciden mejorar su alimentación, en ocasiones, pueden toparse con ciertas dificultades, frecuentemente, a causa de la falta de información. Una de las que conviene destacar tiene que ver con ciertos conceptos que generan confusión y con el etiquetado de los productos.
Una gran fuente de malentendidos está relacionada con el error de no leer las etiquetas de los alimentos. Una mala costumbre que cometen siete de cada diez españoles, según señala el 'I Estudio sobre el Uso y la Interpretación del Etiquetado de Alimentos' de la Fundación Española de la Nutrición. Esto puede provocar que muchos consumidores se dejen llevar por ciertos reclamos publicitarios sin pararse a comprobar qué tan reales son. Un fallo muy común tiene que ver con productos como las galletas. Ya que algunas personas que buscan cuidar más su alimentación deciden escoger aquellas con la etiqueta de “integrales”, debido a la creencia de que serán más saludables. Sin embargo, esto no es así.
¿Las galletas integrales son más saludables o no?
“Las galletas integrales no son sanas”, afirma tajante Manuel Viso, médico divulgador, a través de una publicación en su perfil de la red social de Instagram. El especialista apunta a su etiquetado como “integrales” como el principal responsable de esta idea de que serán más beneficiosas para la salud que otras opciones. Sin embargo, para darse cuenta de dónde está el error tan solo hay que revisar la lista de ingredientes empleados, que se especifica en el etiquetado del producto. “Solo tienen un 3% de harina integral, y eso si tienes suerte”, asegura el experto. “Lo demás, todo refinado”.
Además, Manuel Viso también señala al resto de ingredientes que suelen incluir estos productos, y que tampoco son sanos. Entre ellos menciona los azúcares, el jarabe de glucosa, las grasas trans, los saborizantes y demás. “Un sinfín de aditivos”, advierte. Por todo ello, el médico aconseja a los consumidores no dejarse llevar por este tipo de productos que, aunque puedan parecer más saludables por esa etiqueta de “integral”, no dejan de ser ultraprocesados. “Las galletas del supermercado, aunque puedas leer ‘digestive’, ‘avena’ o ‘integral’, no son saludables, ni por asomo”.