Comer es un acto y un hábito necesario para vivir, pero también, para muchas personas, es una fuente de placer. De ahí proviene el dicho popular: ”¿Comer para vivir o vivir para comer?”. Con la enorme variedad gastronómica disponible hoy en día, es casi imposible no tener un plato favorito al que recurrimos tanto en los días felices como en los más difíciles. Sin embargo, no solo comemos por hambre o por placer, muchas veces buscamos en la comida una respuesta emocional como una vía para obtener dopamina rápida.
En el pódcast Tiene Sentido, el doctor Goosen López, médico y microbiólogo, reflexiona sobre la relación entre las emociones y el funcionamiento del sistema digestivo, especialmente en momentos de estrés o enfado muy fuertes.
Las emociones, y en particular el enfado, tienen consecuencias fisiológicas.
Las emociones, y en particular el enfado, tienen consecuencias fisiológicas, el organismo lo detecta y actúa sobre ello. “Mientras estés con un enfado fuerte, no te conviene comer porque el sistema digestivo no va a responder igual debido al sistema nervioso simpático”, explica. Para hacer esta afirmación se basa en el funcionamiento del sistema nervioso simpático, -que forma parte del sistema nervioso autónomo-, cuya función principal es preparar el organismo ante situaciones de alerta, emergencia o peligro.
Al sufrir una emoción fuerte como el estrés o el enfado, el organismo lo confunde con una situación de peligro, por lo que esta activación desencadena una serie de respuestas fisiológicas: aumento de la frecuencia cardíaca y respiratoria, elevación de la presión arterial, dilatación de las pupilas y una reducción significativa de la actividad digestiva.
Mientras estés con un enfado fuerte, no te conviene comer porque el sistema digestivo no va a responder igual
“El sistema nervioso simpático paraliza el sistema digestivo de arriba abajo. La persona que sufre el enfado no digiere fácilmente. En cuanto mete comida al estómago, se queda ahí atascada. En lugar de digerirse, se fermenta“, añade. El cuerpo, al detectar una amenaza, desvía los recursos desde el sistema digestivo hacia los músculos y el cerebro.
Por esta razón, durante un episodio de ira, el apetito tiende a desaparecer y, si se ingieren alimentos, puede que estos no se digieren correctamente como en una situación normal. Los alimentos pueden permanecer estancados en el estómago, fermentarse, generando gases, hinchazón o incluso inflamación gastrointestinal.
Cuando estés afectado en los cuatro planos de tu realidad, te aconsejo beber solo agua
De hecho, el estudio The gut-brain connection, publicado por Harvard Health Publishing, explica cómo el sistema digestivo y el cerebro están profundamente conectados, y cómo esta es una relación bidireccional, por lo que el estado emocional puede influir directamente en el funcionamiento del intestino y viceversa. Esto explica por qué las emociones pueden alterar el funcionamiento estomacal, ralentizando su digestión o generando malestares como náuseas y cambios en el ritmo intestinal.
Asimismo, el artículo de Harvard enfatiza que hay estudios que demuestran en algunos pacientes una mejora en los síntomas gastrointestinales a través de terapias cognitivo-conductuales o técnicas de manejo del estrés.
Al comer, el organismo ‘fermenta’ los alimentos, pudiendo producirse gases, malestar e hinchazón. Asimismo, Goosen explica que el sistema digestivo no logra relajarse del todo. Ante esta situación, el experto en microbiota recomienda beber un poco de agua o ingerir algún líquido fácil de absorber, como un caldo de huesos.
El caldo lo recomienda por sus múltiples nutrientes que el cuerpo puede absorber incluso con una digestión ralentizada. En cambio, no recomienda las infusiones, ya que sus principios activos pueden no ser bien recibidos en un momento en el que el estómago está bloqueado por el estrés.
Con estos consejos, Goosen quiere destacar no solo la importancia de comer de forma saludable, sino también sobre la necesidad de prestar atención a nuestro cuerpo para tomar decisiones más conscientes en favor del bienestar, como la de comer en calma para proteger nuestra salud digestiva.
