Elva Abril, periodista, sobre relaciones: “Yo también hice listas interminables de lo que buscaba en un hombre y cuando dejé de hacerlo me llevé una grata sorpresa”

Relaciones

Hacer listas de lo que quieres en alguien puede alejarte de lo que podrías encontrar si te abrieras a lo inesperado

Elva Abril

Elva Abril

Hoy en día es muy común tener claro qué se busca en una pareja. Es un tema que aparece con frecuencia: tomando un café, en una llamada telefónica, una comida o una charla con amigas. Yo misma lo he escuchado mil veces y siempre hay una lista, casi de memoria: “Quiero a alguien detallista, que le guste el cine, que tenga metas, que no le tema al compromiso, que me haga reír…”

La eterna lista de cualidades que debe tener la persona ideal se ha convertido en algo prácticamente obligatorio. Y es cierto que saber lo que uno quiere en una relación puede parecer una señal de madurez. De hecho, se ha dicho muchas veces que tener claros nuestros estándares es positivo. Pero… ¿Y si eso que crees querer es justo lo que te está alejando de encontrar a “tu persona”?

En teoría, contar con unos criterios claros parece lo más lógico. Saber lo que quieres en una pareja puede ahorrarte tiempo y evitar decepciones innecesarias, ¿verdad? Parece una forma inteligente de protegerte y asegurarte de no conformarte con menos de lo que mereces. Definir esos puntos clave puede darte una sensación de control y seguridad. Sin embargo, ser tan rígido puede convertirse en la trampa que te haga perder conexiones reales.

Y cuando conoces a alguien, en una primera cita comienzas, aunque sea de forma inconsciente, a marcar con un “tick” o una “X” según cumpla o no esos requisitos: ¿Le gusta el cine? Bien. ¿Tiene metas? Perfecto. ¿No le gustan los perros? Uy, eso es un problema....

Pareja feliz

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Getty Images/iStockphoto

Y así, poco a poco, conviertes el encuentro en una especie de examen mental en lugar de permitir que la conexión fluya. Estás más pendiente de comprobar si encaja en tu molde que de conocer realmente a la persona que tienes delante.

Pero elegir a alguien, no va de pensar. Va de sentir. Sentir de verdad. Dejarse llevar por la intuición, la conexión, lo inexplicable. Cuando el sentimiento es tan fuerte que nos abruma, entonces sí: pedirle ayuda a la razón tiene sentido. Nos da perspectiva. Nos ayuda a entender. Pero incluso ahí, no podemos olvidarnos de que muchas veces lo que sentimos pesa más que cualquier razonamiento.

La trampa de las listas: cuando lo que crees querer te aleja del amor

Y aquí está el problema de las listas: no son tan útiles como parecen. A veces, ni siquiera nacen del deseo, sino del miedo. Miedo a equivocarnos, a perder el tiempo, a volver a sufrir. Son escudos mentales que nos protegen del riesgo emocional. Pero también nos aíslan.

Cuando no hay conexión real o deseo, nos aferramos a la lista. “Tiene todo lo que buscaba”, nos decimos. Como si eso bastara. Como si el amor pudiera reducirse a una checklist. Entonces dejamos de escuchar al corazón y tratamos de convencernos de que esa persona “debería” gustarnos… solo porque cumple con los requisitos. Pero el amor no funciona así.

¿Qué pasa si dejamos las listas atrás?

“Cuando lo haces, te das cuenta de que no necesitas ni la mitad de cosas que había en esa lista. Y, además, descubres que puedes sentirte atraída por muchas más personas de las que pensabas”, explica la periodista Elva Abril en uno de sus vídeos de Instagram (@elvaabril). Ella habla de relaciones, mentalidad y conexión emocional. Y tiene razón.

Cuando dejas de lado las listas, te abres a personas nuevas. Personas que antes jamás habrías considerado. Te das permiso para sentir sin filtros. Para dejarte sorprender. Descubres que la atracción no siempre responde a la lógica, ni a los planes, ni a los requisitos previos. Y, lo más importante, comprendes que no necesitas tenerlo todo claro para saber que algo te hace bien.

Descubrí que podía sentirme atraída por personas que nunca habría imaginado

Elva AbrilPeriodista

Porque el amor no necesita explicaciones. Necesita espacio. Espacio para fluir, para transformarse y, a veces, para quedarse. La cabeza puede tenerlo todo en orden, pero al final es el corazón quien elige.

Pareja feliz

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Así que la próxima vez que te sorprendas haciendo una lista mental sobre cómo debería ser la persona con la que vas a compartir tu vida, hazte esta pregunta: ¿La estás escribiendo desde el deseo… o desde la falta de él?

La propia Elva reconoce que, durante mucho tiempo, también tuvo listas interminables sobre lo que buscaba en un hombre. Hasta que se dio cuenta de que en realidad no necesitaba casi nada de eso. Que lo que de verdad necesitaba era aprender a conectar con la gente, sin prejuicios.

“Cuando lo hice, me llevé una grata sorpresa. Descubrí que podía sentirme atraída por personas que nunca habría imaginado. Entre ellas, el que hoy es mi pareja”, cuenta. Y concluye con un consejo que vale oro: “Te animo a que te olvides de lo que quieres que tenga… y te centres en cómo quieres que te haga sentir. Si lo haces, el éxito será inevitable”.

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