En plena crisis por los incendios que asfixian a media España, el médico César Carballo advirtió por videollamada en el programa TardeAR cómo actuar si el humo se cuela en casa: “Lo que hay que hacer sobre todo es evitar el contacto. Cuando nos empiezan a picar los ojos, cuando empezamos a oler al humo, ya estamos en contacto con esas partículas”, advirtió.
El riesgo invisible que persiste días después del incendio
Micropartículas elevan riesgo respiratorio y cardiovascular en vulnerables
La primera medida, dijo, es “entrar en una habitación que no tenga contacto con el exterior”, y “tapar las rendijas” por donde pueda colarse el aire. En casa, recomendó “intentar no poner el aire acondicionado” porque “permiten pasar las partículas más pequeñas”; si se usa, “hacerlo con el modo de recirculación. Es decir, utilizando el aire interior”.
Sobre los grupos vulnerables, Carballo precisó: “Las personas que tienen asma, que tienen EPOC… tienen que salir fuera, por favor, con mascarilla FFP2. No vale una quirúrgica porque siguen entrando las partículas”. Y añadió que, incluso cuando las llamas ya se han extinguido, el riesgo persiste: “Estas partículas en suspensión, aunque el fuego se haya apagado, siguen por lo menos 2-5 días en el aire… en los cuales… se ha visto que aumenta el riesgo cardiovascular, aumenta el riesgo de infartos, aumenta el riesgo de ictus”.

Carballo recomienda aislar una habitación, tapar rendijas y evitar el uso de aire acondicionado para reducir la entrada de partícula
Las recomendaciones que dio el médico están alineadas con la evidencia científica y las guías de salud pública. La Organización Mundial de la Salud y la Agencia Europea de Medio Ambiente recuerdan que las partículas finas penetran profundamente en los pulmones, pueden pasar a la sangre y se asocian a cardiopatía isquémica e ictus, además de exacerbar asma y EPOC.
Para reducir la exposición, la Agencia de Protección Ambiental de EE. UU. (EPA) y los CDC recomiendan quedarse en interiores con puertas y ventanas cerradas, crear una “habitación limpia” dentro de la vivienda y, si se emplea aire acondicionado, activar la recirculación y mantener filtros limpios —exactamente el criterio que subrayó Carballo—. Si es imprescindible salir, aconsejan usar respiradores ajustados tipo N95/FFP2, no mascarillas quirúrgicas, porque los respiradores filtran de forma eficaz las partículas finas del humo.
Si huele a humo, pónganse una mascarilla FFP2; las quirúrgicas no protegen”
En España, administraciones autonómicas difunden pautas coincidentes en episodios de humo: evitar actividades al aire libre, cerrar puertas y ventanas y, si hay que estar en exteriores, usar FFP2; en interiores, poner el aire en modo recirculación.
En cuanto al impacto cardiovascular de estos episodios, la literatura científica ha descrito incrementos de eventos (ingresos y mortalidad) vinculados a la exposición a contaminantes del humo —incluida la fracción fina— durante y tras los incendios.
Carballo resumió así el marco de actuación en casa cuando huele a humo: habitación interior “lo más estanca posible”, “tapar rendijas”, “no poner el aire acondicionado” salvo en recirculación del aire ya filtrado, y, en el exterior, FFP2 para quienes padecen asma o EPOC. Insistió, además, en que el peligro no acaba con el fuego: las partículas “siguen por lo menos 2-5 días en el aire”, un lapso en el que “aumenta el riesgo cardiovascular… de infartos… [y] de ictus”.