Sara Marín, médica: “Si congelas el pan y sacas una rebanada para meterla en la sartén o en la tostadora, favorecerás la salud de tu microbiota”

Bienestar

La experta comparte los beneficios de congelar el pan, una práctica sencilla y habitual en la vida cotidiana

Sara Marín, médica especializada en microbiota y salud femenina.

Sara Marín, médica especializada en microbiota y salud femenina.

No es ningún secreto que la alimentación es fundamental para la salud y, para ser más precisos, esencial para mantenernos vivos. No solo nos aporta la energía necesaria para afrontar el día a día, sino que influye directamente en nuestro metabolismo y bienestar. No solo importa qué comemos, sino cómo lo preparamos y cómo lo almacenamos, esto puede marcar la diferencia en aspectos como la digestión, el control del peso y la prevención de algunas enfermedades.

Aunque la manera de preparar los alimentos puede variar según la cultura, hay un alimento que se encuentra en muchos hogares: el pan. Un alimento que ha acompañado a la humanidad durante siglos y está presente en muchos desayunos, almuerzos y cenas, gracias a su alto contenido de carbohidratos y proteínas vegetales.

El pan congelado contiene beneficios para la microbiota.

El pan congelado contiene beneficios para la microbiota.

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Sin embargo, hoy en día sigue habiendo debates sobre qué tipo de pan es mejor y cuál es la manera más adecuada de almacenarlo.  Por eso, la médica Sara Marín, especializada en microbiota, ha querido compartir a través de sus redes sociales los beneficios de conservar el pan en el congelador.

Una de las prácticas más extendidas es congelar el pan. Algunos lo hacen por costumbre y otros como una manera práctica de tener pan disponible sin tener que comprarlo fresco todos los días. Sin embargo, para muchos sigue siendo un debate cuál opción es mejor.

Disminuye tu pico de glucosa, se digiere mejor produciendo menos inflamación y gases

Sara MarínMédica

Marín explica que su conservación en el congelador no solo ayuda a evitar el desperdicio, sino que también beneficia a la microbiota. “Si congelas el pan y sacas una rebanada para meterla en la sartén o en la tostadora, gran parte del carbohidrato del pan se va a convertir en fibra prebiótica” afirma. “Disminuye tu pico de glucosa, se digiere mejor produciendo menos inflamación y gases”, añade.

Entre los beneficios más importantes del pan congelado está la conversión parcial del almidón en almidón resistente, un tipo de fibra prebiótica. Esta fibra no se digiere en el intestino delgado, sino que llega intacta al intestino grueso, donde sirve de alimento para las bacterias beneficiosas de nuestra microbiota. El resultado de esta fermentación es la producción de butirato, un ácido graso de cadena corta con importantes propiedades antiinflamatorias. “Es la comida favorita de tu microbiota, que transforma esa fibra en una sustancia imprescindible llamada butirato, y este baja la inflamación y la neuroinflamación, regula el sistema inmune y disminuye la permeabilidad intestinal”, resume.

De hecho, hay evidencia científica que respalda las palabras de la médica. Un estudio publicado en The American Journal of Clinical Nutrition publicado en 2022, titulado Tolerability and SCFA production after resistant starch supplementation in humans: a systematic review of randomized controlled studies, mostró que el consumo de almidón resistente, presente en el pan congelado, aumenta producción de butirato, beneficiando la microbiota y reduciendo además la inflamación intestinal y mejorando la sensibilidad a la insulina.

Este hábito es, por tanto, beneficioso para la salud, sobre todo para aquellas personas que buscan controlar la glucosa en sangre, ya que el pan contribuiría significativamente a evitar subidas rápidas. Además, es una opción perfecta para quienes tienen digestiones sensibles.

No todos los panes son iguales ni ofrecen los mismos beneficios. Los más recomendados son los panes integrales y ricos en fibra, en lugar de los ultraprocesados con exceso de azúcares. Sin embargo, la manera de conservar el pan es la misma para todos. Para congelarlo, se recomienda almacenarlo en una bolsa hermética y, si es posible, envuelto en papel film, para evitar que absorba humedad o sabores del congelador.

También es preferible cortarlo en rebanadas antes de congelarlo, ya que será más fácil sacar solo lo que se va a consumir. Aunque muchos prefieren descongelarlo a temperatura ambiente durante horas, lo mejor es sacarlo directamente del congelador y calentarlo en la tostadora o sartén, consumiéndolo justo después.

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