El cabello suele ser uno de los primeros lugares donde se notan los efectos del verano. Con la vuelta a la rutina, muchas personas descubren que su melena está más apagada, con peor textura e incluso con más canas que antes de las vacaciones.
Los dermatólogos explican que no se trata de una percepción aislada, sino de un efecto directo de la exposición solar y del calor sobre el cuero cabelludo. La radiación ultravioleta no solo afecta a la piel, también daña la raíz y acelera procesos que de otra forma avanzarían más despacio.
Radiación solar
El verano deja su rastro en el cabello y modifica su aspecto natural
La dermatóloga Claudia Bernárdez explica que la radiación ultravioleta genera radicales libres en la piel y en el cuero cabelludo, un fenómeno que desencadena lo que se conoce como estrés oxidativo.
Este proceso altera la producción de melanina, el pigmento responsable del color del pelo, y favorece la aparición de canas. Según la especialista, los melanocitos, que son las células que producen ese pigmento, se ven directamente afectados por este daño.
El impacto de la radiación no se limita al color. Bernárdez señala que la caída del cabello también aumenta porque el estrés oxidativo afecta al folículo, generando microinflamación que debilita su función. De este modo, el pelo puede caerse con más facilidad y, además, crecer con peor calidad, lo que explica la sensación de una melena más frágil y áspera tras semanas de sol continuado.
Para reducir estas consecuencias, los especialistas recomiendan reforzar los antioxidantes en la dieta, evitar la exposición solar directa durante las horas centrales y proteger el cuero cabelludo también desde dentro. En palabras de Bernárdez, “es importante complementarlo con fotoprotección oral”. Con estas medidas, el daño acumulado en verano puede atenuarse y el cabello conservar mejor su fuerza y color.
Queda claro que el sol deja su marca más allá del bronceado y que el pelo, igual que la piel, necesita cuidados extra después de los meses de calor. Al fin y al cabo, un sombrero o una sombra a tiempo pueden ser tan valiosos como cualquier mascarilla nutritiva.