El bienestar físico y emocional es uno de nuestros principales objetivos vitales. Tal y como ocurre con el cuerpo, el cerebro sufre las consecuencias del día, cada uno distinto del anterior. Tan pronto como nos despistamos, podemos sentir dolor, agotamiento, pulsaciones, ansiedad, nervios y muchas más afectaciones. El cuerpo debe estar limpio por dentro y por fuera, pero la mente también merece una atención especial.
Este cuidado empieza por la limpieza visual y general de nuestro entorno, una tarea en la que incluso pueden colaborar los más pequeños de la casa. Con 7 millones de españoles menores de 16 años, según el Censo Anual de Población de 2024, una de las primeras tareas de los padres es ayudarles a conocer el mundo, también el orden y la limpieza. Una recomendación que compartía en la Cadena COPE Begoña Pérez, organizadora profesional conocida como la Ordenatriz.
“Creo que a partir de dos, tres años pueden hacer pequeños gestos para ordenar. Claro, tú se lo pones en plan divertido y los niños en plan divertido, súper monos, van a hacerlo. Ya sé que hay momentos que no van a hacer caso. Pero es verdad que eso a los dos años a lo mejor... Oye, pues espera, ya sabe andar perfectamente. Todavía no has dejado el pañal, toma el pañal y llévalo al cubo de la basura”, exponía durante una entrevista telefónica.
“Y ya sabe perfectamente reciclar, porque ya le hemos dicho dónde tiene que poner ese pañal. No vale en cualquier basura, sino en la del reciclado y tal. O sea que poco a poco yo creo que vamos metiendo cosas a los niños de orden y de organización, que previamente lo hemos tenido que pensar los adultos, claramente”, insistía. De igual forma, animaba a los padres a empezar cuanto antes posible, al tratarse de un proyecto a largo plazo.
Con el paso del tiempo
“Pero yo aquí sí que animaría a los padres a pensarlo bien y a decir, aunque me cueste, bueno, pues a lo mejor tengo que invertir tres, cuatro meses, sí, pero es que eso me va a dar a que a lo mejor a los cuatro años ya lo va entendiendo y lo está viendo y está viendo que si eso no lo hace él, no lo hace nadie, hay unas consecuencias. En todos estos actos hay más literatura no escrita que la escrita”, remarcaba.
La calidad de esta paternidad también es clave, como exponía Alicia Banderas en La Ventana de Cadena SER: “De repente todo eso lo hemos llevado a una crianza, a una hiperpaternidad obsesiva, es decir, hacer de nuestros hijos el más brillante, el de mayores competencias, el que es mejor. Y por ende, también eso nos da una autoestima a ser los mejores padres. Entonces nos hemos centrado en una carrera que no va hacia ningún lado de éxito, en vez de quizá a tener un bienestar o poder disfrutar de la crianza”.