Nuestro bienestar es clave para poder afrontar el día a día con relativa normalidad. En una sociedad cada vez más revolucionada en múltiples ámbitos, tanto el cuerpo como la mente deben estar preparados ante los distintos rompecabezas de la jornada. Sin embargo, la mente es un elemento que se tiene poco en cuenta. Tan pronto como nos despistamos, podemos encontrarnos sintiendo dolor, agotamiento, pulsaciones, ansiedad, nervios y muchas más afectaciones.
Sobre esta cuestión, una de las figuras más conocidas por sus declaraciones es Mario Alonso Puig, doctor y fellow en cirugía por la Harvard University Medical School. El madrileño comparte sus conocimientos en entrevistas, conferencias y redes sociales, donde cuenta con millones de seguidores. Una de sus últimas reflexiones se centra en el arte japonés del kintsugi, y cómo este puede extrapolarse a la sanación de heridas en la mente y el corazón.
“En el Japón medieval se inventó algo que se llama kintsugi, la laca de oro. Cuando se rompían piezas muy valiosas de cerámica, no se tiraban al cubo de la basura, sino que se unían con laca de oro. Y así aparecía una vajilla única, una pieza única, irrepetible. Quiero que tus heridas, tus fracturas, tus traumas, cosa que todos tenemos, que todos compartimos... las llenes con ese oro de la aceptación del amor”, comentaba.
“Reconocer que muchas veces nuestras heridas se han convertido en nuestros motores. Y hemos llegado, pues donde hemos llegado, en parte gracias a aquello que fuimos capaces de superar. Nunca te veas como una pieza rota. Claro que sí. Tienes tus fracturas, las tengo yo, las tenemos todos. Ahora están cubiertas con ese oro del amor, de la aceptación y de la celebración de que eres alguien único”, insistía desde Japón.
Respuesta ante la vergüenza
Recientemente, Alonso Puig también se pronunció sobre la vergüenza: “¿Qué significa haji en japonés? Significa vergüenza. ¿Cuántas veces nos hemos sentido avergonzados? ¿Y qué hemos hecho ante esa situación de vergüenza? Exponernos, buscar a personas que nos entiendan, que nos ayuden, que nos consuelen o sencillamente hemos tendido a aislarnos, a retraernos. Pues es importantísimo que sepamos una cosa que la ciencia ha demostrado”.
“Cuando la vergüenza se apodera de nosotros y tendemos a aislarnos, se pone en marcha una respuesta muy sorprendente. En los glóbulos blancos empiezan a activarse lo que se llama genes proinflamatorios que dan lugar a la liberación de sustancias como la interleuquina 1, la interleuquina 6, que favorecen procesos inflamatorios, procesos autoinmunes. Por eso, queridos, todos cometemos errores, todos tenemos nuestros momentos de sentir una vergüenza”, recalcaba.