Muchas veces se nos ha hecho creer que lo misterioso es más atractivo. Lo vemos en películas, libros y redes sociales, donde lo enigmático parece tener un encanto especial. Pero cuando esa idea se lleva a la vida real, especialmente en las relaciones, puede terminar generando más ansiedad, inseguridad y confusión que conexión real.
En este contexto, Ángela Fernández, psicóloga especializada en relaciones y bienestar emocional, advierte que idealizar a personas con actitudes ambiguas o desconcertantes puede ser una trampa emocional. En una de sus publicaciones más recientes, Fernández lanza un mensaje claro: no necesitamos personas que nos generen confusión, sino vínculos que aporten calma y estabilidad.
Lo enigmático alimenta la inseguridad, no la conexión
Personas estables, no acertijos emocionales
“Estoy cansada de la idea de que lo misterioso atrae más”, afirma. Y explica que este tipo de atracción suele ir acompañado de señales mixtas, actitudes intermitentes y una constante necesidad de interpretar al otro. “Eso solo termina dándonos vueltas en la cabeza y activando nuestras inseguridades”, señala.
Fernández pone como ejemplo esos momentos en los que alguien empieza a gustarnos y, sin darnos cuenta, lo que más nos atrae no es la persona en sí, sino el aura de misterio que proyecta. Pero ese tipo de conexión, según la experta, no se sostiene a largo plazo y rara vez aporta bienestar emocional.
“No necesitamos en nuestras vidas personas enigmáticas que nos hagan dudar de todo”, afirma la psicóloga con claridad. Lo que sí necesitamos, insiste, son relaciones que nos den “seguridad, transparencia y estabilidad emocional”.
Su consejo final es directo: “Si lo que te atrae es el enigma, cómprate un juego de mesa. En las relaciones reales, lo que importa es la claridad”. Y concluye: “No somos Sherlock Holmes, somos personas normales que quieren estar bien”.