Milena González, psicóloga: “Al salir del cole, tu hijo no necesita un interrogatorio: un abrazo, silencio y autenticidad valen más que mil preguntas y construyen un vínculo más fuerte”

Crianza y bienestar emocional

La psicoterapeuta pide evitar el “bombardeo” de preguntas a la salida del colegio y propone tres gestos sencillos para favorecer la conexión: recibir con afecto, respetar los silencios y empezar contando tú tu día

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Milena González explica cómo el afecto, el respeto a los silencios y la autenticidad fortalecen el vínculo con los hijos tras el colegio

Milena González explica cómo el afecto, el respeto a los silencios y la autenticidad fortalecen el vínculo con los hijos tras el colegio 

IG | Pexels

Septiembre trae mochilas nuevas, rutinas que se reactivan y ese runrún de nervios que acompaña la vuelta al cole. Y, con él, escenas que se repiten a la salida de clase: padres y madres ansiosos por saber cómo ha ido el día, lanzando preguntas en cascada antes incluso de que los niños suelten la mochila. Lo que muchos no saben es que ese gesto, aunque cargado de amor, puede acabar teniendo el efecto contrario.

En un vídeo publicado en su cuenta de Instagram (@unamamapsicologa_), la psicoterapeuta Milena González advierte de una escena cotidiana que, con la mejor intención, puede salir del revés: el interrogatorio nada más cruzar la puerta del colegio. “Cuando tu hijo salga del cole, no hagas esto. ¿Cómo te fue? ¿Jugaste? ¿Te portaste bien? ¿Cariño? ¿Di algo? ¿Quieres hablar o qué?”, enumera, antes de matizar el porqué: “Entiendo que estas preguntas las hacemos desde el amor y desde la absoluta curiosidad, pero si los abrumamos con preguntas pueden sentirse presionados, como si tuvieran que rendir cuentas en lugar de sentirse acogidos, y eso genera el efecto contrario, menos van a querer hablar”.

González pide ponerse en su lugar. “Piensa en esto, tu hijo ha estado entre 6 y 8 horas enfrentándose a un montón de cosas, resolviendo algún conflicto en el recreo, levantarse en clase a hablar aunque le diera vergüenza, seguir el ritmo de una explicación difícil, un montón de estímulos, emociones y situaciones de todo tipo”. Tras ese maratón emocional, subraya, lo primero no es responder, sino bajar pulsaciones: “Al salir de allí necesita primero descarga, seguridad, y un espacio donde no se siente interrogado sino que pueda conectar contigo en calma”.

La comparación con el mundo adulto es directa: “Igual que te pasa a ti cuando sales de trabajar, lo único que quieres es desconectar. Algunas veces no tienes ganas de dar explicaciones y de volver a hablar de lo mismo que llevas haciendo todo el día”. Y no todos los días se sienten igual: “Hay días en los que solo necesitas silencio, otros en los que prefieres hablar de algo cotidiano, cantar en el coche o tumbarte en el sofá sin que nadie te pregunte nada”.

Tres gestos para conectar con tu hijo tras el cole

Afecto, silencio y autenticidad pueden transformar el reencuentro en un momento de calma y conexión

Para transformar ese momento de reencuentro, González propone tres gestos sencillos:

1) Recibir con afecto. “Uno, recíbelo con un abrazo, con una sonrisa, con un te gusto me da verte cariño”. Y remata: “Eso muchas veces vale más que mil preguntas”.

2) Respetar el silencio y crear momentos de relax. “Dos, respeta sus silencios y busca momentos de relax. Si no quiere hablar en ese momento, confía”. El cuándo también importa: “Muchas veces hablan más durante la merienda, en el baño, antes de irse a dormir, que cuando salen del cole”.

3) Empezar por ti. “Tres, habla de ti primero. En lugar de esperar que tu hijo te cuente cómo le fue su día, empieza hablando tú acerca de tu día”. Aporta incluso un ejemplo cercano: “Por ejemplo, hoy me pasó algo divertido en el camión hacia la oficina”. ¿La razón? “Cuando los niños sienten autenticidad se abren más fácilmente”. Y propone una frase concreta que abre la puerta sin invadir: “Cuando quieras contarme cómo te fue, aquí estoy para escucharte”. “Esta manera le da seguridad, respeto por su ritmo y refuerzas el vínculo sin invadir”, añade.

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Esta forma de relacionarse, subraya González, no solo respeta los tiempos de cada niño, sino que refuerza el vínculo y les ofrece seguridad emocional.

Por último, recuerda que no hay dos niños iguales. “Hay niños que al contrario necesitan hablar sin parar para descargar, también está bien”, explica. Y concluye con un mensaje que vale oro: “Sea cual sea su forma adaptémonos a sus ritmos”.

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