Victoria Bayón, neurocoaching: “Si tienes a alguien en el trabajo que te saca de quicio con solo hablarte, no es esa persona, es tu cerebro reaccionando a un patrón automático”

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Tal y como explica la química y neurocoaching certificada Victoria Bayón, muchas de esas reacciones no son conscientes, sino automáticas, y no es una cuestión de carácter

Victoria Bayón

Victoria Bayón, neurocoaching 

Septiembre marca la vuelta de la rutina para muchos: regreso al trabajo, al ritmo frenético, a los correos sin responder y, cómo no, a las dinámicas laborales que a veces te pueden sacar de quicio. Después del descanso del verano, enfrentarse de nuevo a ciertas personas del entorno profesional puede sentirse como un choque emocional. Ese compañero o compañera que te interrumpe, ese jefe siempre con un tono autoritario, ese ambiente que parece robarte la calma en cuanto cruzas la puerta de la oficina… Seguro que intentas mantener la compostura, respirar hondo y ser profesional, pero en cuanto algo te activa… saltas. 

Y puede ocurrir por diversas cosas, pero lo más importante es entender que no se trata solo de aprender a gestionar las emociones con fuerza de voluntad. Tal y como explica la química y neurocoaching certificada Victoria Bayón en redes sociales, muchas de esas reacciones no son conscientes, sino automáticas, y no es una cuestión de carácter, sino de cómo funciona nuestro cerebro cuando se activa el modo defensa. La buena noticia es que esto se puede entrenar. 

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“Ojalá me lo hubieran explicado antes. Y no solo me habría ahorrado discusiones o tensiones… sino muchas noches de no descansar bien. Si hay alguien en tu entorno (sobre todo en el trabajo) que te estresa, te activa o te saca de tu centro… No se trata de tragarte lo que sientes. Tampoco de evitar al otro, sino de entender qué pasa en tu cerebro y cómo puedes entrenarlo para responder de forma diferente. Porque cada vez que reaccionas sin querer… no eres tú. Es un programa automático. El paso a paso para que esa persona que te estresa en el trabajo… deje de hacerlo (de verdad)”, comienza explicando Bayón.

Y es que si hay alguien en el trabajo que te tensa porque te altera su tono de vez, su mirada o su forma de hablar, tienes que reflexionar. “Si intentas controlarte, pero acabas reaccionando igual, esta verdad será incómoda para ti: no es esa persona, es tu cerebro reaccionando desde un patrón automático”, apunta. Por ejemplo, estudios como los de Joseph LeDoux (NYU) demuestran que tu sistema emocional reacciona antes de que piensas. “Por eso, cuando te das cuenta, ya saltaste. Tu sistema nervioso detecta amenaza. Entras en modo defensa. Tu mente reacciona en automático y pierdes tu centro”. 

Pero estas reacciones se pueden entrenar. “Tu calma no depende del otro, depende de que entrenes tu cerebro para responder, no a reaccionar”. Y para eso, Victoria propone tres estrategias. En primer lugar, conocer tu cerebro. “Reaccionas porque tu sistema nervioso activa un patrón automático”. En segundo lugar, dice que hay que detectar el disparador: ¿Qué hace exactamente esa persona que te altera? “Si es su tono, su forma de hablar, su mirada…”. Y, por último, trabajar en uno mismo. “Hay que aprender a responder, no a reaccionar”. 

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Getty Images/iStockphoto

Aprender a gestionar nuestras reacciones emocionales en el entorno laboral no es cuestión de ignorar lo que sentimos ni de aguantar por educación. Es entender que nuestro cerebro está diseñado para reaccionar automáticamente ante lo que siente como una amenaza, incluso si esa “amenaza” es solo un tono de voz o una mirada. La clave está en dejar de luchar contra lo que sentimos y empezar a entrenar nuestra mente para responder desde la calma, no desde el impulso. Como plantea Victoria Bayón, reconocer estos patrones y saber cómo funciona nuestro sistema nervioso nos permite recuperar el control y no dejarnos arrastrar por las emociones del momento. 

En definitiva, no podemos cambiar a las personas que nos rodean, pero sí podemos transformar nuestra forma de relacionarnos con ellas. Volver al trabajo no tiene por qué significar volver al estrés o el agotamiento emocional. Con el autoconocimiento, práctica y herramientas adecuadas, es posible mantener nuestro centro. Porque cuando dejamos de reaccionar en automático y empezamos a elegir cómo respondemos, dejamos de ser víctima del entorno. 

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