Te suena la alarma, abres los ojos… pero tu cuerpo no responde. A pesar de haber dormido, sientes que moverte es casi imposible. La mano apaga el despertador casi de manera automática, murmuras o piensas “cinco minutos más” y luego llega la culpa. ¿Te suena? Si alguna vez pensaste que esto se debe a falta de voluntad o disciplina, estás equivocado. Según el médico Alexandre Olmos, esta sensación tiene una explicación neurobiológica muy clara: se llama inercia del sueño.
Este fenómeno ocurre en los primeros segundos tras despertar, cuando tu cerebro aún no está plenamente activo. No eres flojo ni irresponsable: simplemente tu sistema nervioso necesita mejores señales para arrancar. “¿Te cuesta levantarte por las mañanas y piensas que es falta de voluntad? No lo es, es tu sistema nervioso bloqueado. Seguramente te pasa, suena la alarma, abres los ojos, pero tu cuerpo no reacciona. Te cuesta moverte, la apagas sin pensarlo y dices cinco minutos más y luego llega la culpa. No tengo fuerza de voluntad, estoy fallando. A mí también me ha pasado muchas veces, pero no tiene nada que ver con esa motivación. Esto se llama inercia del sueño y es un proceso neurológico real”.
Durante los primeros 30-60 segundos tras despertarte, tu corteza prefrontal, la parte del cerebro que toma decisiones, sigue apagada

Mujer acostada en la cama apagando un despertador a las 5 h de la mañana.
Durante los primeros 30 o 60 segundos tras despertarte, tu corteza prefrontal, la parte del cerebro que toma decisiones sigue apagada. Según investigaciones neurocientíficas basadas en EEG‑fMRI, durante los primeros instantes tras despertar esa corteza, clave para la toma de decisiones y control ejecutivo, está notablemente inactiva, por lo se descarta que el problema sea falta de voluntad. “Por eso, en ese estado, tu capacidad de actuar es parecida a la de un niño pequeño o a una persona bajo los efectos del alcohol. ¿Y cómo solucionarlo? Lo primero, mójate la cara con agua fría, activa tu sistema nervioso y te despierta al instante”, apunta el médico.
En segundo lugar, Olmos recomienda la luz intensa. “Abre la ventana. La luz corta la melatonina y ayuda a activar el ritmo circadiano. Y lo más efecto, coloca tu despertador lejos de la cama, así te obligas a levantarte para apagarlo. Ese primer paso ya activa todo lo demás”, apunta. Además, otros hábitos simples pueden ayudarte a reducir la inercia del sueño. Por ejemplo, hacer estiramientos suaves o moverte apenas te levantas ayuda a aumentar el flujo sanguíneo y a “sacudir” la somnolencia.
No eres perezoso, no es falta de disciplina, tu cuerpo solo necesita las señales correctas para arrancar el día
También puede ayudar tomar un vaso de agua nada más despertar, ya que durante la noche el cuerpo se deshidrata y eso afecta al nivel de energía. Algunos expertos incluso recomiendan escuchar música estimulante o usar aromas frescos como menta o cítricos para activar los sentidos. Son pequeños acciones, pero en conjunto pueden marcar la diferencia entre un despertar lento y uno realmente activo.

El sueño no es ningún capricho, sino una necesidad biológica
A largo plazo, lo que más influye en cómo te sientes al despertar es la consistencia. Despertarte todos los días a la misma hora, incluso los findes de semana, ayuda a estabilizar tu ritmo circadiano y hace que el cuerpo aprenda cuándo debe activarse. Con el tiempo, esto puede reducir la sensación de cansancio o sueño al sonar la alarma. Tener una rutina matutina clara, con pasos que se repitan cada día, como ducharse, vertirse, desayunar o salir a caminar, también da al cerebro una estructura que facilita la transición del sueño a la acción. Cuanto menos tengas que decidir en esos primeros minutos, más fácil será empezar el día con energía, porque no te olvides: “No eres perezoso, no es falta de disciplina, tu cuerpo solo necesita las señales correctas para arrancar el día”.