El bienestar físico y emocional es uno de nuestros principales objetivos vitales. Tal y como ocurre con el cuerpo, el cerebro sufre las consecuencias del día, cada uno distinto del anterior. Tan pronto como nos despistamos, podemos sentir dolor, agotamiento, pulsaciones, ansiedad, nervios y muchas más afectaciones. El cuerpo debe estar limpio por dentro y por fuera, pero la mente también merece una atención especial.
Uno de los síntomas más comunes en los que se traduce el malestar es el dolor de cabeza, más o menos agudo y más o menos extendido en el tiempo. Y, a pesar de que muchos lo intenten, aguantar y seguir adelante no es el camino más adecuado. Una reflexión que aportaba Elena Monje, farmacéutica de profesión y divulgadora médica en redes sociales, a través del perfil inFARMArte. En su último clip, comentaba cómo funciona la cefalea en nuestro sistema.
“¿Eres de los que se aguanta el dolor de cabeza a ver si se pasa solo? Pues siento decirte que esto no te va a funcionar. Cuando empieza el dolor, tu cuerpo libera unas moléculas llamadas prostaglandinas. Son como gasolina en el fuego, sensibilizan los nervios y hacen que el dolor vaya más. Un analgésico como el paracetamol actúa en el sistema nervioso central reduciendo la producción de prostaglandinas y cortando la señal del dolor”, exponía.
“Por eso, cuanto antes te lo tomes, mejor. Muchas veces no nos lo tomamos esperando a que se pase solo y al final el resultado es peor”, añadía. En intervenciones recientes, Monje también habló en profundidad sobre medicación. La farmacéutica compartía con sus seguidores de TikTok un detalle fundamental para considerar, antes de visitar la farmacia: por mucho que dos medicamentos puedan tener efectos similares, no son igualmente efectivos.
Distinto funcionamiento
“¿Qué crees que es más potente, un paracetamol de 500 miligramos o un ibuprofeno de 400 miligramos? Si has pensado en el paracetamol porque tiene más miligramos, déjame decirte que no. No se pueden comparar las dosis de dos medicamentos con principios activos diferentes. Es como comparar un litro de agua con un litro de gasolina. Aunque tengan la misma cantidad, no tienen las mismas funciones”, desvelaba.
“Y esto os lo cuento porque justo hoy ha venido una paciente diciéndome que un miligramo de Lorazepam le parece muy fuerte, comparado con lo que se toma su madre de Alprazolam, que es 0,5. Con eso le basta. Y aquí está el problema, porque tú cuando comparas los principios activos, los miligramos ya no equivalen a potencia porque cada uno tiene su manera de actuar en el cuerpo”, remarcaba ante la cámara.