“La inmadurez emocional es la dificultad para conectar de manera sana con las propias emociones y con las de los demás”, así lo explica Júlia Marzal, psicóloga especializada en relaciones, trauma y apego. Según su experiencia, una persona emocionalmente inmadura tiende a evitar la responsabilidad afectiva, reaccionar de forma impulsiva y poner sus necesidades por encima de las del vínculo, generando dinámicas desiguales y relaciones inseguras.
En esta entrevista para La Vanguardia, analizamos las consecuencias de estar en una relación con alguien emocionalmente inmaduro. De este modo, aprenderás a cómo identificar estas conductas, cuáles son las 'red flags' más básicas y decubrirás por qué muchas personas pueden engancharse a este tipo de vínculos a pesar de saber que no les hacen bien.
¿Qué señales más comunes aparecen en pareja cuando uno de los dos es inmaduro emocionalmente?
En el ámbito en el qué más se nota es en la comunicación. Hay silencios prolongados tras una discusión (días o semanas), explosiones desproporcionadas, necesidad constante de atención o dificultad para reconocer errores y pedir perdón. Bastante tendencia a culpar al otro, evasión del conflicto, necesidad excesiva de validación, y falta de compromiso real. Al final, la relación se siente desigual y poco segura.
¿Cómo distinguir si alguien es inmaduro emocionalmente o simplemente tiene poca experiencia en relaciones?
La inexperiencia suele mejorar con el tiempo y la voluntad de aprender y escuchar. En cambio, la inmadurez se manifiesta en una resistencia a reflexionar, asumir responsabilidades y crecer. La persona con poca experiencia puede equivocarse, pero está abierta al diálogo; la inmadura, por el contrario, tiende a repetir patrones y a evitar el cambio.
¿Podría compartirnos algún caso real de paciente que se haya encontrado en esta situación?
En consulta acompañé a una paciente que llegó con mucha ansiedad: tenía dificultades para dormir, vivía en un estado de alerta constante y sentía que nunca hacía lo suficiente para que la relación funcionara. Su pareja, cada vez que surgía un conflicto, desaparecía durante días sin responder mensajes ni llamadas; otras veces reaccionaba con enfados desproporcionados, como gritar por un pequeño retraso en un plan o criticarla por cómo gestionaba sus emociones. También minimizaba sus sentimientos, diciéndole que “era exagerada” o “se lo tomaba todo a pecho”, y rara vez asumía sus propios errores, culpándola de los problemas de la relación.
Quien creció en entornos donde el amor era inconsistente o condicionado puede ser más vulnerable a tolerar dinámicas inmaduras, creyendo que “eso es lo normal”
Ella terminó viviendo con un miedo continuo a “desencadenar” una reacción en él, perdiendo de vista sus propias necesidades. En terapia trabajamos en validar su malestar, fortalecer su autoestima y ayudarla a distinguir qué era su responsabilidad y qué no. Con el tiempo, pudo empezar a poner límites, recuperar su seguridad y tomar decisiones más coherentes con su bienestar.
En su experiencia, ¿qué consecuencias suele tener para la persona que convive con una pareja inmadura en el plano emocional?
Suele aparecer desgaste, baja autoestima, inseguridad y pérdida de sus necesidades. Muchas personas coinciden con la sensación de siempre “estar haciendo demasiado” para que la relación funcione. Pueden terminar dudando de su propio criterio y se sienten culpables de lo que ocurre en la relación, incluso cuando no son responsables.
¿Por qué cree que muchas personas se enganchan a este tipo de relaciones aun sabiendo que no les hacen bien?
Porque el apego emocional y la esperanza de que la otra persona cambie, son muy poderosos. Además, si en la infancia aprendimos a normalizar vínculos inestables o poco seguros, podemos repetirlos en la adultez. A veces el enganche viene de la idealización de la pareja y del miedo a estar solos.
'Red flags' que nunca debes pasar por alto
● Que ridiculicen o minimicen tus emociones.
● Que eviten sistemáticamente hablar de temas importantes.
● Que nunca asuman errores y siempre culpen al otro.
● Que manipulen o controlen.
● Que digan una cosa y hagan otra.
¿Qué papel juega la autoestima y la historia personal de quien mantiene una relación con este perfil de personas?
La autoestima y el apego durante los primeros años de vida son claves. Quien creció en entornos donde el amor era inconsistente o condicionado puede ser más vulnerable a tolerar dinámicas inmaduras, creyendo que “eso es lo normal”. La falta de autoestima en uno mismo también dificulta poner límites, es muy complicado sentir que merecemos algo distinto y se suele priorizar las necesidades ajenas antes que las propias.
¿Es posible que una persona emocionalmente inmadura evolucione con el tiempo o con terapia, o es un rasgo muy estable?
Sí, puede evolucionar, pero no ocurre solo por el paso del tiempo, sino con un compromiso real de autoconocimiento y, muchas veces, con acompañamiento terapéutico. No es un rasgo fijo, pero el cambio requiere conciencia y responsabilidad, dos aspectos que, precisamente, suelen faltar en la inmadurez emocional.

Pareja discutiendo
¿Cómo aconseja empezar a poner límites sin sentirse culpable?
Lo primero es validar que poner límites no es egoísmo, sino autocuidado y un acto de amor propio. Recomiendo empezar por límites claros y concretos, expresados en primera persona: “Necesito…” o “No me siento bien cuando…”. Y recordar que un límite sano no busca castigar al otro, sino proteger nuestro bienestar. Y para la culpa, sobre todo el trabajar en identificar las conductas que son responsabilidad de la otra persona y cuales son mías, para no cargar con responsabilidades que no nos pertocan.
¿Qué herramientas recomienda para sanar y reconstruirse tras una relación de este tipo?
El trabajo terapéutico es fundamental para entender los patrones repetidos, reforzar la autoestima y reaprender lo que es un vínculo seguro. También ayuda el autocuidado consciente, rodearse de una red de apoyo y reconectar con actividades que devuelvan la sensación de valor y autonomía. Sobre todo aprender a diferenciar entre un vínculo inseguro y uno seguro.
¿Qué mensaje daría a quienes sospechan que están con alguien emocionalmente inmaduro, pero aún no se atreven a tomar una decisión?
Les diría que se escuchen, no solo con la mente, sino también con el cuerpo. Los pensamientos pueden estar llenos de miedos, inseguridades o creencias heredadas, pero el cuerpo nunca falla: cuando una relación nos genera tensión, ansiedad o cansancio constante, eso ya es una señal. No se trata de cambiar al otro, sino de preguntarse qué necesito yo para estar en paz y darme permiso para priorizarlo.