Hoy, 29 de septiembre de 2025, es el Día Mundial del Corazón, una fecha clave para recordar la importancia que tiene cuidar este órgano de nuestro cuerpo. Y es que, según la Organización Mundial de la Salud, las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la primera causa de muerte en el mundo y cada año provocan más de 18 millones de muertes. Solo en España, de acuerdo con la Sociedad Española de Cardiología, las patologías cardiovasculares son responsables de casi 120.000 fallecimientos anuales, lo que las convierte en la primera causa de mortalidad en nuestro país.
Hasta hace poco, la prevención cardiovascular se centraba en factores clásicos como el colesterol, el tabaquismo o el sedentarismo. Sin embargo, cada vez más investigaciones señalan a la microbiota intestinal como un actor clave. El artículo Gut Microbe-Generated Metabolite Trimethylamine-N-Oxide and Ischemic Stroke, publicado en Biomolecules (2024), concluye que niveles elevados de trimetilamina N-óxido (TMAO), un metabolito generado por bacterias intestinales, se asocian con un mayor riesgo de infarto e ictus, ya que favorecen procesos que dañan las arterias y aumentan la coagulación.
Por otro lado, el estudio Gut Microbiota and Cardiovascular Disease, publicado en Circulation Research (2020), expone que un desequilibrio en la microbiota intestinal puede provocar inflamación generalizada, pérdida de la barrera intestinal y disbiosis, lo que a su vez daña el endotelio vascular y contribuye a la elevación de la presión arterial.
La salud del corazón ya no se entiende sin mirar al intestino
La dietista integrativa experta en microbiota y enfermedades autoinmunes, Natalia Durán, explica que, hoy en día, la salud del corazón ya no se entiende sin mirar al intestino. “Hoy sabemos que la microbiota influye en la presión arterial, en el metabolismo del colesterol y en el grado de inflamación sistémica. Cuidar el corazón empieza en el intestino”, asegura.
La experta asegura que la salud de nuestro corazón empieza en el intestino
Este nuevo descubrimiento ha dado lugar al concepto de eje intestino-corazón, que explica cómo los billones de bacterias que viven en nuestro intestino no solo colaboran en la digestión, sino que además producen sustancias que pasan al torrente sanguíneo y tienen un impacto directo en la salud cardiovascular. Cuando la microbiota está equilibrada, genera ácidos grasos de cadena corta con un efecto protector sobre las arterias, en cambio, cuando existe un desequilibrio, puede originar compuestos tóxicos que favorecen la aterosclerosis.
“Podemos imaginar la microbiota como una fábrica interna. Si funciona bien, produce sustancias antiinflamatorias que protegen nuestras arterias. Pero si está desequilibrada, esa misma fábrica empieza a generar tóxicos que inflaman los vasos sanguíneos”, sostiene la experta.
El verdadero reto es reducir la inflamación silenciosa que empieza en el intestino y termina dañando al corazón
Debido a esto, son cada vez más los expertos que aseguran que el futuro de la cardiología está ligado a la salud intestinal, y advierten de algunas medidas sencillas y respaldadas por la ciencia que ya pueden aplicarse en el día a día. Una de las principales es aumentar el consumo de fibra prebiótica, presente en frutas, verduras, raíces, tubérculos, semillas y frutos secos, que actúa como el “combustible” de las bacterias beneficiosas.
Las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la principal causa de muerte en el mundo
También recomiendan priorizar proteínas y grasas de calidad, apostando por carnes frescas, pescado y marisco salvaje o huevos de pastoreo, en lugar de carnes procesadas y ultraprocesados que favorecen la inflamación y la producción de TMAO.
Otra medida clave es incluir alimentos fermentados como chucrut, kombucha o kéfir de coco, aunque para que mantengan sus beneficios es importante comprobar que no estén pasteurizados —la etiqueta debe indicar “contiene cultivos vivos” o exigir conservación en frío—.
El futuro de la prevención cardiovascular no está solo en bajar el colesterol
Además, algunos investigadores sugieren considerar el uso de probióticos específicos. Ensayos clínicos y metaanálisis han demostrado que ciertas cepas de Lactobacillus plantarum pueden reducir la presión arterial incluso en personas con cifras elevadas, mientras que Bifidobacterium longum muestra efectos potentes en la reducción de la inflamación, la producción de ácidos grasos de cadena corta y la modulación inmunitaria, contribuyendo así a la protección vascular.
Ciertos hábitos como mejorar la falta de sueño pueden contribuir a reducir el riesgo cardiovascular
Finalmente, los especialistas subrayan la importancia de cuidar el descanso y manejar el estrés, ya que la falta de sueño altera la microbiota y eleva el riesgo cardiovascular. Nutrientes como el magnesio pueden favorecer la relajación del sistema nervioso y mejorar la calidad del sueño, mientras que la melatonina, producida de forma natural en la oscuridad, regula el ritmo circadiano y ejerce un efecto antioxidante.
