Nuestro bienestar es clave para poder afrontar el día a día con relativa normalidad. En una sociedad cada vez más revolucionada en múltiples ámbitos, tanto el cuerpo como la mente deben estar preparados ante los distintos rompecabezas de la jornada. Sin embargo, la mente es un elemento que se tiene poco en cuenta. Tan pronto como nos despistamos, podemos encontrarnos sintiendo dolor, agotamiento, pulsaciones, ansiedad, nervios y muchas más afectaciones.
Sobre esta cuestión, una de las figuras más conocidas por sus declaraciones es Mario Alonso Puig, doctor y fellow en cirugía por la Harvard University Medical School. El madrileño comparte sus conocimientos en entrevistas, conferencias y redes sociales, donde cuenta con millones de seguidores. Una de sus últimas reflexiones se centra en el impacto que puede causar un mero gesto de aprecio, apoyándose en una historia corta para contarla.
“A veces, entre la luz y la oscuridad puede hacer falta tan solo una sonrisa. El joven Kyle no acababa de adaptarse en su colegio. Los compañeros no le apreciaban, no le valoraban y aquel fin de semana había tomado una decisión radical. Por eso sacó todos los libros del armario y se dirigió con ellos a su casa. Algunos compañeros viéndole cargar con los libros se rieron de él, le empujaron y todos aquellos libros acabaron por el suelo, las gafas también por allí tiradas y el pobre Kyle a tientas intentando encontrarlas”, empezaba.
“Fue entonces cuando otro de sus compañeros viendo aquella escena y avergonzándose de ver lo que habían hecho sus compañeros se acercó a Kyle, le dio sus gafas y con una sonrisa le dijo ¿por qué no me acompañas a casa? Fueron charlando de una forma animada, de una forma alegre. Acabaron siendo grandes amigos. Los años pasaron y llegó el día de la graduación y resulta que el mejor estudiante había sido Kyle”, sumaba.
Redirigiendo el camino de uno
“Y por tanto, le correspondía el discurso de despedida porque iba a entrar en la universidad. ¿Cuál no sería el impacto que causó en sus compañeros, cuando dijo que precisamente aquel fin de semana se llevaba los libros a casa porque había decidido quitarse la vida? ¿Qué cosa? No quería que sus padres tuvieran que ir al colegio a recoger los libros. Y fue este gesto de su amigo Ben, esa sonrisa, esa búsqueda de encuentro, ese apoyo, lo que le devolvió la ilusión por la vida y le permitió florecer como ser humano”, desvelaba.
“Nunca des por hecho que tu sonrisa no puede iluminar muchas vidas. Nunca des por hecho que un gesto de amabilidad y de ternura no puede devolver a otro ser humano la ilusión, las ganas de vivir. Tu sonrisa es luz. Muéstrala al mundo”, cerraba.


