La nutricionista Ana Amengual ha aclarado, en uno de sus videos más recientes, una de las dudas más comunes sobre los productos lácteos fermentados: si los yogures tipo bífidus son mejores que los yogures naturales para cuidar la flora intestinal. Según explica, la diferencia entre ambos no está en la cantidad de bacterias que contienen, sino en el tipo de fermentos utilizados.
Lo ideal es ir alternando los dos tipos de lácteos
Los yogures normales y los que tienen bífidos contienen bacterias diferentes
“¿Si quiero mejorar mi flora intestinal debería pasarme a los yogures bífidus o un yogur normal de toda la vida es suficiente?”, plantea Ana Amengual, antes de aclarar el malentendido: “Muchas personas todavía creen que los yogures tipo bífidus contienen más variedad y más cantidad de bacterias que los yogures naturales. Sin embargo, esto no es así”.
La nutricionista detalla que el yogur natural está fermentado por dos bacterias concretas: Lactobacillus bulgaricus y Streptococcus thermophilus. En cambio, los productos tipo bífidus utilizan otro tipo de microorganismos: “Los yogures tipo bífidus están fermentados por bífidobacterias”, explica.
El yogur natural es diferente al yogur con bífidus
De este modo, no se trata de un producto con más bacterias, sino con una fermentación diferente. “No es que el yogur bífidus contenga lo del yogur y además un añadido, sino que contienen bacterias totalmente diferentes”, señala Amengual. De hecho, apunta que por razones técnicas, “el yogur bífidus, al no tener las cepas que tiene un yogur natural, no se puede definir como yogur, sino como leche fermentada”.
En cuanto a cuál es más saludable, la nutricionista es tajante: “Según la evidencia científica, no hay uno que sea mejor que otro”. Ambos productos aportan beneficios al equilibrio intestinal, por lo que lo ideal es no decantarse exclusivamente por uno.
Amengual concluye, por lo tanto, con una recomendación práctica para quienes buscan cuidar su salud digestiva: “Si quieres tener una flora intestinal más variada, lo que puedes hacer es ir alternando los dos tipos de lácteos”. De esta manera, explica, se consigue una mayor diversidad bacteriana que favorece el bienestar intestinal.

