El catedrático de Harvard Arthur Brooks ha explicado recientemente que los celos tienen raíces biológicas profundas y se manifiestan de forma diferente entre hombres y mujeres.
El experto afirmó que “los celos son completamente diferentes entre mujeres y hombres, porque ellas son más celosas emocionalmente y ellos, físicamente”, un fenómeno que, según detalló, tiene un origen evolutivo y responde a estrategias de supervivencia desarrolladas a lo largo de miles de años.
La infidelidad sexual y emocional
Brooks señaló que la evolución ha moldeado los instintos humanos de forma distinta según el sexo, influyendo directamente en cómo se experimentan y gestionan los celos dentro de las relaciones.
“Las mujeres son mucho más celosas emocionalmente, y los hombres son mucho más celosos físicamente”, explicó el profesor.
Según su análisis, los hombres tienden a ser más paranoicos respecto a la posibilidad de una infidelidad sexual, mientras que las mujeres se sienten más amenazadas por una infidelidad emocional.
Celos
El especialista citó los estudios del psicólogo David Buss, profesor de la Universidad de Texas y uno de los pioneros en el campo de la psicología evolutiva, quien ha investigado durante décadas las diferencias entre los sexos en relación a los celos y la selección de pareja.
“Él demuestra que lo que vuelve locas a las mujeres es la imagen de su pareja diciéndole ‘te quiero’ a otra mujer. Y lo que vuelve locos a los hombres es la idea de que su pareja tenga una relación sexual con otro hombre”, afirmó Brooks.
La infidelidad, ¿una cuestión genética, biológica o cultural?
Según Buss, estas diferencias están ligadas a mecanismos ancestrales de supervivencia: los hombres desarrollaron celos físicos para garantizar su paternidad biológica, mientras que las mujeres desarrollaron celos emocionales para asegurar la lealtad y el compromiso del compañero en la crianza de la descendencia.
Estudios contemporáneos respaldan esta visión. Una investigación publicada en la revista Evolution and Human Behavior (Buss et al., 1992) reveló que el 60% de los hombres considera más dolorosa una infidelidad sexual que una emocional, mientras que el 83 % de las mujeres sufre más ante una infidelidad afectiva.
Estos datos coinciden con las conclusiones de Brooks, que subrayan el componente biológico y social que aún persiste en el comportamiento humano moderno.
Tanto los trabajos de David Buss como las reflexiones de Arthur Brooks refuerzan la idea de que los celos no son meramente emocionales, sino adaptativos, resultado de siglos de evolución.
Aunque en la sociedad han cambiado las normas de pareja, estos instintos no se han desvanecido, influyendo muchas veces inconscientemente en la manera en que hombres y mujeres viven el amor y la fidelidad.

