Los límites entre el amor y la autonomía en la crianza están claros, pero cuando un pequeño parece estar en peligro... Pocos padres se resisten a correr a ayudarles. No obstante, cuando un padre o una madre hace demasiado por sus hijos resolviendo sus problemas, evitando que enfrenten frustraciones o impidiéndoles asumir responsabilidades, puede estar, sin darse cuenta, debilitando la autoestima de los hijos.
Estos niños pueden llegar a crecer creyendo que no son capaces por sí mismos, pues siempre han tenido la inestimable ayuda de sus padres, y siempre sentirán que su valor depende de la intervención ajena.
Una situación en la que el adulto se convierte en protagonista, aunque no para bien, pues a raíz de estar ayudando demasiado a su hijo, estaría construyendo su propia autoestima sobre esa dependencia, sintiéndose útil, necesario o “buen padre/madre” solo cuando el hijo lo necesita.
Una dinámica que genera una desigualdad en el vínculo entre padres e hijos, como señala el psiquiatra experto en crianza y educación infantil Daniel Amen, invitado al podcast On Purpose, de Jay Shetty. La identidad del progenitor se sostiene en la fragilidad del niño, al que en lugar de fomentar su autonomía, se perpetúa una relación de poder disimulada bajo el amor y la protección.
El conocido psiquiatra Daniel Amen, especializado en educación infantil.
“Si te esfuerzas demasiado por tus hijos, construyes tu autoestima robándoles la suya. Y te sentirás tentado porque les tendrás mucho amor. No quieres que sufran. Y eso es un error, porque el carácter se forja con esfuerzo. El carácter y la autoestima se forjan al sentirse competente. Puedes resolver problemas”, dice el experto.
Amen da un consejo para sortear este tipo de situaciones y poder comenzar a dar la vuelta a la situación. “Así que, cuando un niño dice: 'Estoy aburrido', en lugar de: “Bueno, podríamos hacer esto o aquello”, dile: 'Me pregunto qué vas a hacer al respecto'”.
Educar con amor no significa hacerlo todo por los hijos, sino acompañarlos mientras aprenden a hacerlo por sí mismos. Invitar a los niños a hacer las cosas solos requiere paciencia, confianza y estrategias que los motiven a probar sin miedo a equivocarse.
Haz que los niños sean independientes 1Da opciones y voz propia. En lugar de decirles exactamente qué hacer, ofréceles pequeñas elecciones.
2Valora el esfuerzo más que el resultado. Cuando un niño intenta algo solo, aunque no le salga perfecto, felicita su iniciativa.
3Hazlo divertido y parte de la rutina. Transforma las tareas en pequeños retos o juegos. Convertir las actividades en desafíos lúdicos estimula la autonomía con entusiasmo.
4Sé paciente y evita intervenir de inmediato. Aunque te tiente ayudar, deja que lo intenten. Espera, observa y ofrece ayuda solo si la piden o si la situación lo requiere. Esa pausa es clave: les da espacio para descubrir de lo que son capaces.
5Confía en ellos y házselo saber. Diles frases como “Sé que puedes hacerlo” o “Confío en ti”. La confianza de un adulto significativo es una poderosa fuente de motivación para cualquier niño.
La verdadera generosidad consiste en fortalecer su confianza, aunque eso implique soltar el control y permitir que se equivoquen. Solo así, padres e hijos pueden construir una autoestima sólida y libre, basada en la confianza mutua y no en la dependencia emocional.
