La bióloga Mónica Pérez habló en uno de sus últimos posts en Instagram sobre la conexión entre el intestino y el cerebro a través del nervio vago.
La especialista explicó que este nervio es el más largo del cuerpo humano. Actúa como una auténtica ‘autopista bidireccional’ que comunica los órganos internos con el sistema nervioso central.
¿Qué es el nervio vago?
“El nervio vago es la autopista que conecta tu digestión con tus emociones: va del cerebro al intestino… y del intestino al cerebro”, afirmó Mónica, haciendo hincapié en cuidar tanto la salud digestiva como la emocional.
Según explicó la experta, el nervio vago forma parte del sistema nervioso parasimpático, responsable de regular procesos vitales como la respiración, la digestión, la frecuencia cardíaca o el equilibrio emocional. “A veces creemos que lo que sentimos se queda en la mente… pero nuestro intestino también escucha”, señaló.
Activar el nervio vago es clave para contrarrestar la activación del sistema simpático
La bióloga subrayó que la relación entre ambos órganos es recíproca: “Cambios en la conducta o el estrés pueden alterar la microbiota, y modificar la microbiota también puede influir en el comportamiento. Todo está conectado”.
El concepto de esta comunicación bidireccional, conocido científicamente como “eje intestino-cerebro”, ha sido ampliamente respaldado por investigaciones recientes. Estudios publicados en revistas como Nature Reviews Gastroenterology & Hepatology y Frontiers in Neuroscience confirman que el nervio vago es el principal canal de comunicación entre el microbioma intestinal y el sistema nervioso central.
Meditación
De hecho, la alteración de esta conexión se ha relacionado con trastornos como la ansiedad, la depresión y enfermedades inflamatorias intestinales.
Mónca explicó que el “tono vagal”, un indicador del buen funcionamiento del nervio vago, puede determinar el equilibrio entre cuerpo y mente.
“Un tono vagal alto implica buena comunicación intestino-cerebro, calma y digestión eficiente; mientras que un tono vagal bajo se asocia a estrés, ansiedad, digestiones lentas o inflamación”, precisó.
Para mejorar esta conexión, la bióloga recomendó adoptar hábitos sencillos como respirar profundamente, comer despacio, cantar, exponerse al frío de forma controlada, meditar o fomentar el contacto social.
Para concluir, insistió en que cuidar la digestión es también cuidar la salud mental. “La microbiota envía señales al sistema nervioso a través del nervio vago, del sistema inmune y de sus metabolitos. Cuando cuidamos la microbiota, mejoramos la salud del nervio vago y favorecemos un equilibrio cuerpo-mente. Cuidar tu digestión es cuidar también cómo te sientes. Porque cuando uno mejora… el otro también se sana”, posteó.

