Caminar, trabajar, esperar el autobús o simplemente desplazarse por casa con el móvil en la mano se ha convertido hoy en día en una imagen cotidiana. Antes podía parecer un gesto inocente, ahora refleja una relación cada vez más estrecha entre la tecnología y nuestra vida diaria. Hoy, el teléfono ha pasado de ser una herramienta útil a convertirse en una extensión de nuestro propio cuerpo, utilizada para comunicarse, pagar, orientarse o despertar por la mañana.
Tener el móvil cerca aporta seguridad
Desde el punto de vista psicológico esta costumbre tiene múltiples significados. Principalemente está vinculado a la búsqueda de seguridad: muchas personas sienten que si no tienen cerca el móvil, pueden perderse algo importante. El conocido FOMO, o miedo a quedarse fuera. Este fenómeno aparece cuando creemos que podemos perdernos mensajes importantes, noticias de actualidad o la interacción en redes sociales. Al hilo de esto, la psicóloga Cristina Rocafort afirma que el uso excesivo del smartphone se ha normalizado y cuesta detectar cuándo ese uso es inadecuado: “El uso del smartphone es hoy en día habitual entre franjas de edad muy dispares y con múltiples finalidades: trabajo, comunicación, juego… Tanto que su uso excesivo se ha normalizado y puede resultar complicado detectar cuando se está haciendo un empleo inadecuado”.
Esta necesidad constante de contacto digital también se relaciona con aspectos emocionales. Algunas personas utilizan el móvil como un escudo ante la incomodidad social, para estar distraídos o simplemente como protección ante situaciones que les generan ansiedad. Además, tenerlo visible durante una conversación transmite un mensaje claro y es que la atención está dividida y la calidad de la interacción se ve afectada, pudiéndose sentir la otra persona incluso ignorada o desplazada.
Usar el móvil mientras caminamos reduce nuestro ritmo
La ciencia también ha observado repercusiones cognitivas. Una investigación publicada en World Psychiatry explica que la interacción constante con Internet “entrena al cerebro para recibir ráfagas cortas de información”, afectando a la atención continuada. Sobre esto también ha hablado la investigadora de la Universidad de California, Gloria Mark, explicando que la capacidad de concentración ha pasado de 2,5 minutos en 2004 a apenas 47 segundos en los últimos años. Esto deja claro que la necesidad que tenemos de llevar el móvil siempre a mano no solo responde a ansiedad o hábito, sino también a un cerebro acostumbrado a estímulos rápidos y constantes.
Problemas derivados del uso constante del móvil
La necesidad de tener el móvil a mano a todas horas no solo afecta a nivel mental, también tiene un impacto físico. Mantener posturas inadecuadas al sujetar el teléfono puede provocar molestias en muñeca, cuello y hombros, además de problemas como el “text neck”, una dolencia derivada de la inclinación constante de la cabeza hacia la pantalla. A ello se suma el riesgo de accidentes: un estudio de la Universidad de Chicago concluye que escribir mientras se camina reduce un tercio la velocidad y desvía un 61% la trayectoria.
El 'text neck' es el dolor de cuello que surge por el uso desmedido del móvil
En los casos más extremos, la dependencia puede desembocar en fenómenos como la nomofobia, que puede provocar ansiedad y taquicardias cuando la persona se separa de su dispositivo. La psicóloga Gabriela Martínez Castro, directora del Centro de Estudio Especializado en Trastornos de Ansiedad (CEETA), explica que este miedo irracional a estar sin móvil se asocia con “trastornos de ansiedad generalizada y fobia social”. Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) también advierte de que el uso excesivo del teléfono puede afectar al descanso, la concentración y las relaciones sociales.
Consejos para reducir la necesidad de estar con el móvil
Comprender por qué necesitamos tener el móvil siempre en la mano es el primer paso para recuperar un uso equilibrado y saludable de la tecnología. A partir de ahí, los expertos aconsejan pequeños gestos que pueden ayudar a reducir esa dependencia extrema.
Guardar el móvil en el bolsillo o en el bolso cuando no lo estés usando, activar únicamente las notificaciones esenciales, establecer momentos del día sin tecnología, como cuando sales a caminar o estás comiendo y practicar la atención plena para concentrarte en el entorno y en el momento presente, son algunos de los consejos más destacados.

