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William Scott, investigador, destapa el principal culpable de engordar: “Puede provocar un efecto rebote”

Investigación

Una vida saludable no se dime con la cifra de una báscula

Muchos de los problemas derivados de la alimentación empiezan con una mirada negativa, en particular aquella de que cierta comida “engorda” y se debería evitar como si fuera una plaga. De ahí que surjan una gran multitud de dietas y prácticas “milagrosas” para perder peso en poco tiempo. Una tendencia que se incrementa de forma considerable en los últimos meses del año. Nochebuena y Nochevieja proporcionan excusas perfectas para promover estos tratamientos, que sin base científica pueden hacer mucho daño al cuerpo.

Y es que perder peso no es tan sencillo como dejar de comer, tomar un alimento que nadie conoce o practicar un ejercicio concreto durante un determinado número de días. Todo se reduce a una combinación de hábitos saludables y actividad física constante, de forma extendida en el tiempo. Y es que nuestro propio sistema puede ponerse en nuestra contra por culpa de un efecto rebote. Así lo desvelaba William Scott, investigador del Imperial College London, en un reciente estudio que ha publicado la revista Nature.

Ejemplo de alimentos en la dieta mediterránea

iStock

“Reducir el peso para mejorar la salud metabólica es un objetivo primordial en el tratamiento de la obesidad. Sin embargo, mantener la pérdida de peso es un reto considerable, especialmente porque el cuerpo parece conservar una memoria que se defiende contra los cambios de peso corporal. Superar esta barrera para el éxito del tratamiento a largo plazo es difícil, porque los mecanismos moleculares que sustentan este fenómeno siguen siendo desconocidos, en gran parte”, comentaba el investigador en el resumen documental de su búsqueda.

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La metodología de trabajo consistió en secuenciar dos muestras de tejido adiposo o grasa: una humana y la otra de un ratón. Scott y su equipo de investigadores descubrió que las células de ambas conservan “cambios celulares después de una pérdida de peso apreciable”. De igual forma, se detectaron “alteraciones persistentes inducidas por la obesidad” en la red de compuestos químicos que rodea el ADN, concretamente en la muestra del roedor. “Los ratones que portan esta memoria muestran un rebote acelerado en el aumento de peso, y puede explicar la futura desregulación en respuesta a una dieta alta en grasas”, añadía.

Verduras propias de la dieta mediterránea

JUNTA / Europa Press

El cuerpo recuerda

“Nuestros hallazgos apuntan a la existencia de una memoria obesogénica, basada en gran medida en cambios epigenéticos estables, en los adipocitos de ratones y probablemente en otros tipos de células. Estos cambios parecen preparar las células para respuestas patológicas en un entorno obesogénico, lo que contribuye al problemático efecto rebote que se observa a menudo con las dietas. Centrarse en estos cambios en el futuro podría mejorar el control del peso a largo plazo”, concluía el investigador.

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El estudio, publicado por Nature en 2024, cuenta con más de 380.000 accesos en la página web de la revista científica. Junto a Scott, han participado más de una docena de investigadores: Laura C. Hinte, Daniel Castellano-Castillo, Adhideb Ghosh, Kate Melrose, Emanuel Gasser, Falko Noé, Lucas Massier, Hua Dong, Wenfei Sun, Anne Hoffmann, Christian Wolfrum, Mikael Rydén, Niklas Mejhert, Matthias Blüher y Ferdinand von Meyenn.