Óscar González, experto en crianza positiva: “El grito rompe el vínculo con nuestros hijos y el castigo genera resentimiento”

CRIANZA

González, profesor y asesor educativo, defiende que “la crianza positiva es la base fundamental para cambiar la educación e incluso la sociedad”

Oscar González, experto en crianza

Oscar González, experto en crianza

La maternidad y la paternidad es uno de los grandes retos a los que se enfrentan las personas, ya que se trata de uno de los roles más complejos que se puede asumir. Entre expectativas personales, presiones laborales y exigencias de una sociedad en constante cambio, educar es una tarea que conlleva mucho esfuerzo. Precisamente, la familia es el primer entorno en el que un niño se forma y se desarrolla. 

Las familias se enfrentan a dudas diarias sobre límites, normas, pantallas o emociones, mientras intentan ofrecer a sus hijos las herramientas necesarias para desenvolverse en un mundo cada vez más complejo. Los valores y las creencias que transmiten en casa juegan un papel crucial en la construcción de la imagen y la autoestima de un niño. 

Educar desde la comprensión y la empatía

En medio de este debate, la crianza positiva ha ganado protagonismo como una propuesta que invita a educar desde el respeto, la empatía y la coherencia, sin renunciar a los límites ni a la responsabilidad adulta. Óscar González, padre, maestro de primaria, asesor educativo, y autor de libros como Educar y ser felices o 365 propuestas para educar, defiende que “la crianza positiva es la base fundamental para cambiar la educación e incluso la sociedad”. 

En una entrevista en Guyana Guardian asegura que con el paso de los años y basándose en estudios e investigaciones, “nos hemos dado cuenta de que hay una serie de cosas que son perjudiciales y que todas las herramientas que usaban nuestros padres, las hemos dejado a un lado”. Sin embargo, afirma que no significa que todo lo relacionado con la crianza tradicional no sirva. “Las que sí sirven las seguimos utilizando e incorporamos nuevas herramientas, y a veces no solo nuevas herramientas, sino nuevos enfoques. La crianza positiva para mí es la base fundamental para cambiar lo que es la educación e incluso cambiar la sociedad”, señala.

Colegio, escuela, primaria, infantil, niño, niña, niños, comedor escolar

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EUROPA PRESS / Europa Press

¿Cuál diría que sería una mala costumbre heredada?

Reaccionar sin pensar. Cuando los niños hacen cosas, no nos las hacen a nosotros. Muchas veces actuamos desde esa reacción impulsiva. Vienes del trabajo sobrecargado y hasta arriba de estrés y cuando llegas a casa te toca estar con tus hijos y muchas veces en lugar de disfrutar de ese tiempo lo que hacemos es pasarnos el rato discutiendo. Hay una lucha de poder entre ellos y nosotros y el castigo tiene una solución inmediata porque funciona, pero a muy corto plazo. Eso tiene fecha de caducidad, porque cuando esto se convierte en nuestro modo de vida es muy difícil salir y es cuando ya vienen los papás y te dicen, ya no sé qué más hacer con mi hijo, le castigo a todo y no funciona nada.

¿Cómo evitar caer en los patrones de educación que nos han acompañado y con los que no estamos de acuerdo cuando la situación nos desborda?

Lo difícil es darte cuenta de que lo estás haciendo mal. Tenemos una parte de comodidad que espera que alguien resuelva el problema, o que con el tiempo se resuelva solo. Hace muchos años monté unas escuelas de padres a nivel nacional, y a pesar de que venían muchísimos, había otros muchos que no. Y a los que más falta les hacía venir, eran los que no estaban porque, en primer lugar, iban a escuchar cosas que no les gusta, después, porque les voy a cuestionar cosas que nunca se han cuestionado. Y por último, porque cuando ya tengan toda esa información y estas herramientas, ahora ya no es mi responsabilidad, y aplicarlo es su responsabilidad. Esto implica un trabajo personal muy grande y cuando no estás dispuesto a hacerlo y solo quieres que tus hijos cambien, ahí está el problema.

Cuestionarte cosas implica asumir más responsabilidad y a veces, la culpa de pensar que lo estoy haciendo mal

Editorial TeamAsesor educativo

¿Y cómo se pueden mejorar estas malas costumbres?

Lo importante es cambiar el foco y entender que soy yo el que tiene que cambiar, y cuando cambio y voy creciendo como padre y como persona, mis hijos también van a cambiar porque el espejo que tienen delante es mucho más fuerte que las palabras.

Muchos papás cambian porque un día ven que su hijo contesta de una manera, un gesto, una expresión, y dicen, eso es mío, y no me gusta. Lo tengo que cambiar. Es difícil cuestionarse cosas cuando no los quieres hacer. Lo más fácil es ir en piloto automático como vamos todos. Cuestionarte cosas implica asumir más responsabilidad y a veces, la culpa de que lo estoy haciendo mal como padre y estoy fracasando. Hay cosas en las que como padres nos vamos a equivocar pretendiendo hacerlo lo mejor posible. Tienes también que aprender a gestionar el error.

¿Qué opina de educar a través del grito o de la amenaza?

El grito rompe el vínculo con nuestros hijos y el castigo genera resentimiento. Lo mejor es acordarnos de cuando nosotros éramos niños, es decir, tomar distancia, y preguntarse: ¿cuándo era niño o adolescente, cómo me gustaba que me hablaran o que hicieran conmigo? 

Como adultos pensamos que cuando se pone un castigo, el niño va a reflexionar lo que ha hecho mal, y en su cabeza ha habido de todo menos reflexión, más bien se cabrea, y eso hace generar resentimiento y rabia hacia nosotros. Lo que estamos buscando es una disciplina que nos acerque al niño y que no genere distancia con el niño, y ahí viene la crianza positiva y respetuosa, que muchas veces se confunde. No se trata de no poner límites, sino en la forma como ponemos esos límites, y ahí está la clave.

La consecuencia de una casa en la que solo hay gritos, es que nuestros hijos van a gritar

Editorial TeamAsesor educativo

¿Cómo le puede afectar al desarrollo de un niño que le griten?

Hay diversos estudios que apuntan que el grito tiene repercusiones negativas en el futuro. Niños que han sido gritados, muchas veces guardan una relación bastante interesante con el castigo físico, o incluso a la agresión física.

El problema es que la gente simplifica el grito. A mi hijo le grito cuando está en una situación de peligro como que va a tocar un enchufe, pero cuando el grito se convierte en tu modo de vida y en una casa solo hay gritos, la primera consecuencia que va a haber es que nuestros hijos también van a gritar. No solo a nosotros porque se habrán acostumbrado a que esa es la forma de solucionar los conflictos, sino que también van a gritar a sus iguales porque es lo que han aprendido en casa. 

Bajar decibelios y educar de una forma más calmada y relajada va a permitir que el niño aprenda a regularse y hacer que él también actúe de esta forma con sus iguales, desde la reflexión y no desde la impulsividad o el enfado. Es importante en el ambiente y el contexto en el que crece el niño. 

¿Y cómo se aprende a dejar de gritar? 

Es muy sencillo de explicar, pero complejo de aplicar. Los manuales suelen estar enfocados en la conducta del niño. En mi último libro, he hecho un cambio y está enfocado en lo único que puedo cambiar, que es cómo reacciono a la conducta del niño. El foco lo pongo en el adulto porque yo puedo evitar ese grito o ese castigo. Para conseguirlo tengo que hacer un trabajo conmigo, con una serie de herramientas, un trabajo interior importante, pero no todo el mundo está dispuesto a hacerlo, porque vivimos en una sociedad muy cortoplazista. Es una sociedad que quiere una pastilla mágica para que su hijo se porte bien, pero es a corto plazo, y eso en muchas ocasiones esto hace que nos vayamos separando de nuestros hijos porque se va rompiendo el vínculo. 

Cariño padres e hijos

Cariño padres e hijos

¿Cómo gestionar la culpa después de echar bronca o gritar a nuestros hijos?

Para soltar la culpa lo mejor es reparar lo que has hecho. Cuando nos pasamos no está de más reconocer que nos hemos equivocado y pedirles perdón. Si quiero que mi hijo aprenda a pedir perdón, en algún sitio tendrá que verlo. Es acercarte al niño a su altura y decirle estoy saturadísimo, te he gritado y entiendo que te has sentido mal, pero que sepas que yo también me he sentido muy mal porque te he hablado mal, te he gritado y me he pasado. Para eliminar y soltar la culpa es importante ser capaz de pedir disculpas. Ya no solo cuando haces algo al niño, sino la culpa en general hay que soltarla, porque si no se va acumulando hasta llegar a esa autoestima educativa, bajísima de pensar que no sé cómo hacerlo.

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