De una amistad surgida hace medio siglo en Barcelona ha nacido un proyecto que rezuma, a partes igual, arte y bar. Podría ser una galería donde se sirven tragos o un bar donde el arte ameniza el espacio. Sea como fuere, la exposición Mariscal en Dry Martini es, sobre todas las cosas, una celebración de la camaradería y el apego. De la complicidad. La que se profesan el barman Javier de las Muelas y el artista Javier Mariscal.
De aquella Barcelona libre, mestiza y creativa que ambos compartieron, dice De las Muelas que han cambiado muchas cosas, pero apostilla: “Tanto Javier Mariscal como yo seguimos con este pensamiento de creatividad libre, de travesura, demostrando que dos personas unidas en un proyecto común pueden hacer mucho. Hay una cosa que me fascina de él, su generosidad. Crea obra asequible para todos los públicos, para todos los bolsillos. Su genialidad es tan versátil y está en tantos objetos cotidianos que lo hace único”, celebra el barman.
El reencuentro

'Luz roja sobre los jugadores de cartas'
Desde el 21 de mayo, la legendaria coctelería barcelonesa Dry Martini de Javier de las Muelas acoge una exposición que reúne la obra de Javier Mariscal, en un recorrido por su universo artístico desde los años setenta hasta hoy. “La idea surgió hace un año, el día de la inauguración de la exposición Hola! Barcelona, que reeditamos con la fotógrafa María Espeus, su autora, en Dry Martini, con 165 retratos de personajes de la escena cultural de aquella época (fotografiados entre 1980 y 1982). Javier era uno de los retratados y yo también. Nos volvimos a reencontrar”, cuenta De las Muelas.
“Siempre he sentido mucho cariño por él y entusiasmo por su obra, lo considero un artista genial, multifacético y, al mostrarme sus últimas esculturas y cerámicas, le dije: “Javier, me gustaría trasladar tu mundo al mío, al Dry Martini. Y así empezó todo… Nos reunimos al cabo de unas semanas y dimos vida con gran ilusión a este proyecto”, afina.
“Javier, me gustaría trasladar tu mundo al mío, al Dry Martini. Y así empezó todo… ”
La conexión entre barman y artista nació en la Barcelona de los años setenta, en plena efervescencia creativa, cuando ambos comenzaban a abrirse camino en sus respectivos mundos. De las Muelas, por entonces estudiante de Medicina, quedó cautivado por el movimiento del cómic underground, en el que emergían artistas como Nazario, Montesol o los hermanos Farriol. Fue en ese entorno donde descubrió los primeros trabajos de Mariscal y donde nació su amistad. A finales de los setenta, cuando De las Muelas abrió el legendario Gimlet en el barrio de La Ribera, Mariscal ya era una voz destacada en la escena barcelonesa.
Ni vitrinas ni cartelas
Mariscal en Dry Martini destaca por su carácter accesible y cercano al espectador. Las obras se despliegan por el espacio sin jerarquías, lejos de los formatos tradicionales. Aquí no hay vitrinas, cartelas explicativas ni recorridos preestablecidos. “Está muy bien inventarse otros lugares, otros formatos y otras maneras de exponer el arte”, matiza Javier Mariscal.

'Brindando con la luna llena'
Obras desde la barra hasta los rincones más íntimos. Un diálogo, bien avenido, entre la cultura de bar y el arte. La iniciativa es una experiencia artística singular. “Un bar es un punto de reunión, tiene un valor sociológico fundamental y más en la cultura española. Los bares son platós donde se ruedan numerosas escenas de la vida de las personas, muchas de las historias de amor se inician en un bar. Esto significa que estos encuentros propician el conversar, el disfrutar, el sonreír. El arte en la cultura del bar es algo que siempre, en mi manera de pensar, en mi personalidad, ha ido ligado. Es pintura, es literatura, es cine…”, dice De las Muelas.
Visión transversal
En el caso de Dry Martini, es pintura, es escultura, es cerámica. Más que una retrospectiva, la exposición plantea una visión transversal de la trayectoria de Mariscal, con énfasis en la diversidad de materiales, técnicas y soportes utilizados por el artista. “La selección de piezas está hecha con el corazón, con la intuición, por los tamaños… Combinando diferentes cosas”, cuenta el artista. También hay obra inédita creada especialmente para la ocasión. “He tratado de recrear en ella el ambiente que puede haber en un bar, el cachondeo del saber beber. Brindar, brindar juntos… Brindar es muy importante, brindar es 'viva la vida', es 20 ó 30 personas juntas brindando…”, describe el artista. Cada obra está acompañada de un código QR que enlaza con una página web de venta, por si el espectador quiere comprar.
El cartel original de ‘Mariscal en Dry Martini’ retrata al propio De las Muelas en una escena de bar ilustrada por Mariscal
El cartel original de Mariscal en Dry Martini retrata al propio De las Muelas en una escena de bar ilustrada por Mariscal, es ya una declaración de intenciones. El artista suprimió voluntariamente un teléfono móvil de la imagen a petición de su amigo, en un gesto simbólico por recuperar la atención plena y la conversación auténtica que se encuentra en los bares. Dos valores esenciales en el arte y en la coctelería.
En Dry Martini, la experiencia artística se prolonga más allá de las paredes. Durante los meses que permanezca la exposición, la coctelería contará con utensilios que se emplean en su liturgia personalizados por Mariscal: desde las chaquetillas de los bármanes hasta ilustraciones en platos o intervenciones en rincones del local.
Una historia de amistad
Mariscal en Dry Martini estará abierta al público hasta finales de septiembre. Más allá de esa fecha, la amistad entre De las Muelas y Mariscal perdurará. “Quiero agradecerle a Javier que sea tan generoso. Nos enseñó a toda una generación en los años setenta a saber beber bien, a tener una buena relación con el alcohol y los bares, que son como iglesias civiles donde nos reunimos para celebrar, comentar y tener amistades. Los bares son catedrales donde compartir una ilusión, un deseo”, describe Mariscal.

Mariscal agradece a Javier que les enseñara a beber bien
También De las Muelas tiene palabras bonitas para su amigo. “Durante tantos años, siempre que hemos coincidido, ha habido esta sonrisa pícara de complicidad, ternura y hechos comunes vividos. Desde que lo conocí cuando vendía cómics donde él dibujaba, hasta los años de fervor del barrio de La Ribera, a principios de los ochenta, cuando abrí mi primer bar: el Gimlet, donde a diario nos encontrábamos”.
Ahora, esta muestra rinde homenaje a su vínculo personal y a su legado cultural, y se convierte en testimonio de una trayectoria compartida que ha entrelazado una visión común sobre el arte y la ciudad. Aquella Barcelona que fue el escenario de los primeros encuentros de Javier de las Muelas y Javier Mariscal vuelve a vibrar entre las paredes del Dry Bar.