En el número 45 del Boulevard Raspail, en pleno corazón del elegante distrito de la Rive Gauche de París, se alza el icónico Mandarin Oriental Lutetia. Este lugar, que abrió sus puertas por primera vez en 1910 bajo el nombre de Hôtel Lutetia: nació como una extensión de los primeros grandes almacenes de lujo del mundo, Le Bon Marché, ambos creados por la visionaria familia Boucicaut.
Desde entonces ha sido punto de reunión de artistas, políticos, estrellas de cine, intelectuales. Fue allí donde el general Charles de Gaulle pasó su noche de bodas en 1921. Y también entre esas paredes, James Joyce puso punto final a su obra maestra, Ulises.
Este lugar, que abrió sus puertas por primera vez en 1910 bajo el nombre de Hôtel Lutetia

El Appartement Eiffel cuenta con una terraza privada de 70 m con vistas panorámicas
Este 2025, el hotel se suma oficialmente a la familia Mandarin Oriental. Una fusión impecable entre la sofisticación francesa y la exquisitez del servicio asiático. Todo sin perder esa esencia art déco que lo convierte en una joya única de la orilla izquierda, rodeado de boutiques exclusivas, hoteles cinco estrellas y restaurantes que presumen estrellas Michelin.
El hotel alberga 184 habitaciones, de las cuales 46 son suites y cuenta, además, con cuatro apartamentos. El Grand Appartement Rive Gauche, es casi como un museo decorado con obras de arte originales y antigüedades únicas. El Appartement Eiffel cuenta con una terraza privada de 70 m con vistas panorámicas. El Appartement Saint Germain by Coppola está decorado con piezas de arte de la colección de Francis Ford Coppola. Y en la sexta planta, el Appartement Rive Gauche regala vistas de esas que uno guarda en la memoria para siempre.

Entrada del icónico hotel parisino
Y si hablamos de placer, hablemos de la gastronomía. La Brasserie Lutetia, bajo el mando del chef Patrick Charvet, rinde homenaje a los clásicos de la cocina francesa con un toque contemporáneo. Luego está el Bar Joséphine, un espacio donde el arte cubre las paredes del suelo al techo y la carta de cócteles parece bailar al ritmo del jazz. El Bar Aristide, con su estilo speakeasy, música jazz-electrónica y salones de fumadores llenos de carácter artístico, y Le Saint-Germain, con su deslumbrante techo de cristal pintado, una obra del artista Fabrice Hyber que convierte cada comida en una experiencia visual y sensorial.
En el centro de todo este universo, se encuentra el Spa Akasha. Un verdadero santuario de bienestar de 700 m², inspirado en los cuatro elementos: tierra, agua, fuego y aire. Cuenta con una piscina de 17 metros bajo un tragaluz que la ilumina, un hammam, jacuzzi, sauna y un gimnasio de última generación. Uno casi se olvida que está en medio de una gran ciudad.